sábado, 14 de abril de 2018

- Metepec: Arbol de la Vida


Metepec es una encantadora comunidad en el Estado de México llena de colores, olores y sabores del México antiguo. Quienes lo conocen terminan maravillados no sólo por sus paisajes y su arquitectura, sino por las creaciones artesanales de los indígenas que son verdaderas obras de arte que realizan los maestros alfareros.
Los Monumentos de Metepec son una serie de edificios de gran antigüedad, los cuales se encuentran esparcidos por todo el municipio, y en su mayoría son de tipo religiosos. 
Cuenta también con un Jardín lineal, que lo integran 18 plazas, en seis de ellas se encuentran fuentes, en siete grandes esculturas. El jardín esta alumbrado con 718 luminarias.
Puedes pasear por pintorescos barrios como Santa Cruz, San Mateo, San Miguel, Coaxustenco y Santiaguito, o por el Antiguo convento franciscano que se levanta en este Pueblo Mágico donde te sorprenderá el rumor de la historia, con el templo de San Juan Bautista y su fachada en conjunto con el atrio.
En la Plaza Cívica podemos admirar la Fuente de la Tlanchana que, de noche, hace que las luces se diluyan en el líquido y broten de otro modo al salir el agua de nuevo.
El municipio de Metepec es reconocido por su zona típica y las variadas artesanías que se fabrican en barro y cerámica principalmente, en especial por una de ellas: el reconocido árbol de la vida. Metepec es un pueblo que huele a barro; siente el aroma que te rodea desde los talleres, los hogares y los mercados.
Un paseo por Metepec incluirá obligatoriamente la visita al conjunto arquitectónico conformado por la iglesia y el ex convento franciscano de San Juan Bautista de Metepec, la capilla del Calvario,
o una caminata por el cerro de los Magueyes hasta la ermita (en cuyos alrededores se han hallado enterramientos prehispánicos) y desde luego, la visita a los talleres artesanales, ya que la principal actividad del municipio es artesanal; es casi obligatorio visitar la Casa del Artesano y sus corredores, paseo preferido por los visitantes y en donde se muestran objetos que algunos de ellos van destinados en gran parte al mercado internacional. Ahí se exponen las piezas ganadoras de premios nacionales hechas por artesanos de Metepec. 
En los barrios de Santiaguito, la Santa Cruz, San Mateo y Espíritu Santo, los talleres se encuentran abiertos a todo el público para dar a conocer el proceso de fabricación.
Metepec, del náhuatl Metepētl, que significa "En el cerro de los magueyes".. Se encuentra ubicado cerca de la ciudad de Toluca y forma parte de la Zona Metropolitana del Valle de Toluca (ZMVT), 
cuya población estimada en 2010 es de 214,162 habitantes, siendo la quinta más importante de México. En este municipio se ubican los desarrollos inmobiliarios más exclusivos de la ZMVT. Tiene un PIB de casi 2000 millones de euros para una población de un poco más de 300,000 habitantes, lo que lo convierte en uno de los municipios más ricos del país con un alto grado de desarrollo.
A la sombra de la gran cultura teotihuacana, se asentaron en Metepec varios grupos, principalmente matlatzincas, que lograron un notable desarrollo al finalizar el primer milenio. La cultura matlatzinca alcanzó su esplendor en todo el Valle de Toluca entre los años 1000-1100 y de 1330 a 1522. Cuando Azcapotzalco dominó la política de los valles centrales, la región de Toluca se unió culturalmente a esa cabecera, así en ambos lugares se hablaban las lenguas matlatzinca y otomí, se adoraban los mismos dioses. El Imperio Azteca sometió a los Señoríos matlatzincas hacia 1470.
Los otomíes, fueron los primeros pobladores, y después, junto con los acolhuas, llegaron los mazahuas que se establecieron en lo que ahora es el norte del Estado de México, desde Xaltocán hasta Xiquipilco. En la cúspide del cerro los antiguos matlatzincas celebraban ceremonias propiciatorias y ritos funerarios. 
A la llegada de los frailes españoles, hacia 1526, ellos pretendieron borrar toda huella de idolatría prehispánica. La fundación cristiana de Metepec tuvo lugar en dicho año. Se le nombró San Juan Bautista Metepec. Las tierras de Metepec fueron entregadas en encomienda a Juan Alonso Gutiérrez de Altamirano, primo de Hernán Cortés, por sus servicios prestados en la conquistas del Valle de Toluca. En 1550 un sismo producido por el interior del volcán destruyó varios asentamientos matlazincas y españoles, siendo estos últimos los más afectados. Hacia 1534 se crea el corregimiento de Metepec, y en 1560 Metepec recibe la designación de Alcaldía Mayor teniendo a 36 pueblos bajo su jurisdicción.
 En 1569 se inicia la construcción del Convento Franciscano de San Juan Bautista, ubicándose la Catedral de la Alcaldía y en esta misma fecha se establece la Santa Inquisición. La vida en la época de la Colonia abundó en epidemias, construcción de templos, conflictos de tierras, sojuzgamiento, confrontación de ritos y tradiciones.
Si se dispone de tiempo, se puede seguir con un recorrido por las capillas coloniales, una copa de garañona en el bar 2 de Abril, y la Casa de Cultura, donde siempre hay alguna exposición interesante. Si es lunes de tianguis, hay que detenerse a comer un taco de plaza, o disfrutar de la puesta del sol desde el cerro de los Magueyes y quedarse a pasar un rato agradable escuchando música en los bares y peñas de los alrededores.

PASEAR POR EL CENTRO DE ARTESANÍAS. Buscar el centro de artesanías, vivir la algarabía de los trescientos artesanos que ofrecen sus productos de barro, vidrio soplado o palma. Piérdete entre los puestos y descubre verdaderas joyas de todos los precios y tamaños. Elige una inmensa cazuela para preparar un mole, unas macetas, los tradicionales soles sonrientes o un representativo árbol de la vida: auténticos tesoros compuestos de pequeñas figuras.
DESCUBRIR EL SECRETO DE LOS ÁRBOLES DE LA VIDA. Caminar hacia el viejo Metepec, por los barrios de Santiaguito, Santa Cruz, San Mateo, San Miguel y Espíritu Santo. Entra en los famosos talleres de los artesanos del barro. Pide a los maestros que te muestren el paso a paso que requiere crear una obra.
Un árbol de la vida es una escultura en barro fabricada comúnmente de forma artesanal en el centro de México, principalmente en el municipio de Metepec. Las imágenes representadas en las esculturas se usaron originalmente, durante el período colonial temprano, para enseñar la historia de la creación, según la Biblia, a los nativos de la región. La elaboración de esculturas de barro con forma de árboles comenzó en Izúcar de Matamoros,(Puebla), pero hoy en día su fabricación está más estrechamente identificada con Metepec. Se supone que la tradición dicta que deben representar ciertos pasajes bíblicos, como la historia de Adán y Eva, pero actualmente se crean árboles con temas completamente ajenos a la Biblia.
La creación de árboles de la vida es parte de la tradición alfarera y cerámica de la región montañosa central de México. La fabricación de cerámica en esa área, que incluye figuras de barro, data de entre 1800 a 1300 aC. La coloración de las figuras inició más tarde, después de que la influencia olmeca llegó a la zona. Alrededor del año 800 dC. la influencia de Teotihuacan trajo consigo el aplicar un simbolismo religioso a muchos objetos de cerámica. A partir de entonces, la cerámica matlatzinca continuó desarrollándose con múltiples influencias en lo que hoy es el Estado de México, ya que se encontraba en una posición estratégica entre el Valle de México y lo que ahora son los estados de Morelos y Guerrero.
Después de la conquista española, los frailes destruyeron los artículos que representaban a los antiguos dioses y los reemplazaron con imágenes de santos y de la iconografía cristiana. La representación de un «árbol de la vida» en las pinturas y otros medios se introdujo como una forma de evangelizar a la población nativa. Durante la mayor parte del período colonial, la cerámica en el Estado de México se producía principalmente para el autoconsumo y se convirtió en una fusión de técnicas y diseños españoles e indígenas. Se mantuvo así hasta la primera mitad del siglo XX, cuando comenzaron a fabricarse piezas decorativas e incluso de lujo. A este tipo de trabajos corresponde el árbol de la vida, especialmente aquellos que no tienen función religiosa. Los árboles no religiosos tienen temas como la muerte o la primavera.
La fabricación de esculturas de árboles de barro con el tema bíblico del Jardín del Edén. En Metepec los árboles se distinguen por estar pintados en colores brillantes. Los árboles de la vida han llegado a considerarse emblemáticos del municipio y son parte de una tradición de escultura en barro que solo se encuentra en Metepec. Otras esculturas comunes son las sirenas (un ejemplar gigante de estas se encuentra en una sección de la ciudad llamada Ciudad Típica), así como pegasos, gallos, leones y flores, entre otros.
El árbol de la vida más tradicional contiene una serie de imágenes importantes. En la parte superior de la escultura se coloca una imagen de Dios; debajo, las ramas del árbol tienen relación con la creación del mundo en siete días. Otras imágenes características son el sol y la luna, Adán y Eva y los animales, flores y frutos que simbolizan el paraíso. También aparece la serpiente de la historia bíblica en la parte inferior, al igual que el Arcángel Miguel que expulsó a Adán y Eva del Jardín del Edén. En general, la escultura del árbol se ve algo así como un candelabro. Los árboles se fabrican principalmente para uso religioso y decorativo, aunque aquellos que tienen quemadores de incienso es más probable que sean usados con motivos religiosos..
Los árboles están hechos de barro cocido en hornos de gas a baja temperatura. La mayoría miden entre 26 y 60 centímetros de altura y su creación puede tardar de dos semanas a tres meses. La fabricación de piezas extremadamente grandes puede tardar hasta tres años. Estos árboles varían en tamaño desde miniaturas hasta gigantescas esculturas públicas. La mayoría de los árboles son creados y vendidos por los propios artesanos que han aprendido a elaborarlos de sus padres y abuelos.

El Árbol de la vida es una colorida artesanía de barro que posee una profunda significación, parte de la cual es el encuentro de dos mundos: por un lado, contiene elementos folclóricos propios de la cultura mexicana y, por otro, oculta un sentido religioso entre sus múltiples formas e increíbles detalles.
Lo cierto es que, aunque el Árbol de la vida nació como un instrumento de evangelización, tiene sus orígenes más remotos en el grado de perfección alcanzado por los alfareros otomíes y otras etnias que habitaban el territorio de lo que hoy es el Estado de México, pero no fue sino hasta la época colonial que se comenzaron a utilizar las esculturas de barro para transmitir el mensaje de la Biblia a los indígenas; con el Árbol de la vida se intentó enseñar a los habitantes del Anáhuac la versión creacionista del mundo. Es por esta razón que una de las figuras centrales de muchos de los Árboles de la vida que aún hoy día se fabrican, es Adán y Eva en el jardín del Edén.
Uno de los mecanismos más efectivos implementados por los misioneros, fue el de ‘hacer versiones’ cristianizadas de distintos aspectos culturales que ya existían en el México prehispánico, y la alfarería no fue la excepción. De ésta manera, toda alegoría a las antiguas deidades fue sustituida por las representaciones de la teoría creacionista bíblica. Según la historia, los misioneros cristianos pidieron a los artesanos indígenas la fabricación de una pieza de barro que simbolizara el árbol del conocimiento, en cuya copa estaría la representación de Dios y a cuyos pies estarían Adán y Eva, así como la serpiente incitándoles a comer el fruto prohibido. Más tarde, durante el virreinato, los propios artesanos fueron agregando diversos elementos que en un principio no escapaban al contexto bíblico, como vírgenes y arcángeles, así como la imagen de algunos santos y patronos dependiendo del lugar; pero durante el siglo XIX los alfareros comenzaron a recuperar mucho de los antiguos elementos prehispánicos que habían sido eliminados, añadiendo además al Árbol de la vida escenas de la vida cotidiana.
Fue también durante esta época en la que además de convertirse en una extraordinaria combinación de motivos indígenas y europeos, el Árbol de la vida pasó de ser una obra fabricada con empeño y fervor a la fe católica, a toda una maravilla folclórica que hizo ganar al pueblo mágico de Metepec la fama de la que hasta la fecha goza. Pronto, debido a su belleza, el Árbol de la vida comenzó a ser fabricado por encargo para su uso doméstico y casi estrictamente decorativo: para la primera mitad del siglo XX (a mediados de la década de los 30 según algunos reportes) el Árbol de la vida ya era una artesanía que se mercaba al por mayor, convirtiéndose rápidamente en una de las principales fuentes de ingresos para los habitantes de Metepec.
En las últimas décadas han aparecido variantes de la artesanía. Muchos árboles tienen un tema único, pero el más común es la dualidad entre la vida y la muerte y la relación del hombre con el mundo natural. Sin embargo, a menudo mantienen los elementos esenciales, como las imágenes de Adán y Eva. Sin embargo, los entendidos insisten en que los árboles que no representan el Jardín del Edén no pueden considerarse verdaderos árboles de la vida.

SER UN ALFARERO. Conviértete en alfarero y ayuda a preparar el barro, amasa con fuerza la mezcla fría y húmeda. Descubre la figura que surge de la amalgama que huele a tierra y decórala como un maestro. Acompaña la pieza hasta el horno y admira cómo las llamas rojas crecen y cuecen la pieza hasta que está terminada.
El Municipio de Metepec es poseedor de un valioso patrimonio histórico, manifestado en su arquitectura de carácter religioso. Este patrimonio arquitectónico fue producto en gran medida, del establecimiento de los misioneros franciscanos en la antigua provincia de Metepec; los frailes fundaron en el siglo XVI un convento dedicado a San Juan Bautista, el que tuvo funciones de colegio y casi al tiempo de erigir este convento, los evangelizadores edificaron algunas de las capillas de los barrios y pueblos. Las construcciones religiosas, en su mayoría son de adobe, reforzadas con grandes contrafuertes de mampostería, mientras que los templos se realizaron en piedra con esbeltos campanarios. En la Ciudad Típica destaca el Convento de San Juan Bautista, del cual se tienen noticias desde el año 1585 a través de las crónicas de Fray Alonso Ponce durante su visita a la Nueva España que hace alusión a los claustros alto y bajo. Más tarde se levantó el actual Templo Parroquial construido durante el siglo XVIII, cuyos anexos se edificaron posteriormente.
En el año 2010 el Ayuntamiento de Metepec realizó obras para la rehabilitación de la imagen urbana en el primer cuadro del Centro Histórico, que consistieron en el mejoramiento de fachadas, aplicación de pintura de acuerdo a una paleta autorizada por el INAH, cambio de anuncios comerciales y rótulos, entre otras acciones.