sábado, 7 de noviembre de 2015

- Una histórica sinagoga en México DF

La Sinagoga Histórica Justo Sierra 71 tiene como nombre oficial Nidje Israel, como la institución dentro de la cual nació. Esta institución es la que agrupa, desde 1922,  a los judíos ashkenazitas, es decir, originarios de Rusia, Polonia, Alemania, Lituania, Hungría y otros países europeos que hablaban idish a su llegada a México.



Después de una restauración que culminó en 2009, la Sinagoga abre sus puertas para compartir con el público su belleza, su historia y otras manifestaciones de la cultura judía en México.

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En la calle de Justo Sierra, la propiedad que abarca los números 71 y 73 tiene una fachada neocolonial típica, excepto porque las puertas de madera tienen labrada una estrella de David, uno de los símbolos principales del judaísmo.
Ya en el edificio, se cruza un pasillo y un patio, y aparece otro edificio completamente diferente, blanco y con ventanas enmarcadas por arcos románicos.
Se trata de la sinagoga Nidjei Israel, la primera edificación realizada exprofeso por y para la comunidad ashkenakí (o ashkenazita) de México. Data de 1941 y luego de haber estado cerrada desde hace más de tres décadas, a partir del 15 de agosto albergará actividades culturales y de difusión sobre la historia de la comunidad judeo-mexicana, que dio sus primeros pasos en el Centro Histórico.

Espaciosa y llena de luz, decorada con elementos cuya belleza resulta poco familiar, la sinagoga sorprende desde su planta baja. Allí, en el vestíbulo, el arranque de unas escaleras provoca curiosidad, y un salón de usos múltiples se extiende hacia el fondo.


El primer piso es más asombroso. Es un recinto vasto y elevado, con espacios para bancas a los costados y una galería en forma de herradura. En el techo, una pintura mural representa símbolos judíos a la manera de las “sinagogas rusas de madera del siglo XVIII”, de acuerdo con el libro Sinagogas de México (Fundación Activa, 2002), de Mónica Unikel-Fasja.
“Impresiona la monumentalidad de la bimá (especie de púlpito), sin duda la más elaborada de las existentes en México, colocada al centro a la usanza ashkenazí.


 Es de madera ricamente trabajada con vidrios tallados que describen instrumentos musicales: tamboril, arpa, cítara y laúd, así como símbolos recurrentes del judaísmo: el talit (chal de uso religioso), la hoja de palma, la cidra y la estrella de David entre rezos sagrados”, añade el texto.
Uno de los elementos más llamativos, el arón hakodesh, área equivalente al ábside de los templos católicos, fue hecho a semejanza de una sinagoga en Chavel, Lituania, con base en una fotografía. Allí se guardaba el libro sagrado, llamado Tora, que usualmente se lee desde la bimá durante las ceremonias religiosas judías.
Desde el siglo XVI ha habido judíos en México, se trataba de conversos o criptojudíos en busca de libertad. Sin embargo en la Nueva España sufrieron la persecución de la Inquisición, lo que los obligó a  practicar el judaísmo en secreto.
En el Porfiriato, tras una invitación extendida por el régimen a los europeos, llegó una cierta cantidad de judíos europeos. Pero los contingentes que formaron la base de las comunidades actuales llegaron en la primera mitad del siglo XX, huyendo de las guerras y el antisemitismo, e invitados también oficialmente.
Primero llegaron judíos del Imperio Otomano, de Siria principalmente, y más adelante, en los años veinte, arribaron una gran cantidad de judíos ashkenazí es decir, provenientes de Europa oriental —Alemania, Polonia, Rusia, Ucrania, Lituania y Hungría.


Otros judíos llegaron de países como Turquía y Grecia (vertiente sefardí, de ascendencia española).
El barrio judío del Centro se formó alrededor de la calle de Jesús María. “Había tiendas de abarrotes judíos, carnicerías, panaderías tradicionales, (lo que) hacía menos dramática la distancia, porque era su comida, sus tradiciones, el recuerdo de su casa, y todo esto se pudo recrear en el barrio cercano al mercado de La Merced, en calles como Jesús María, Academia, Moneda, Soledad, Justo Sierra, Loreto, Corregidora”, cuenta Unikel-Fasja.
La necesidad de lugares para rezar aumentó conforme creció la comunidad.
“En un inicio, se habilitaron cuartos de vecindades donde vivían los inmigrantes para llevar a cabo los rezos. Esto era sencillo pues para llevar a cabo los servicios judíos lo más importante es contar con un mínimo de 10 judíos adultos y libros de rezos, así que cualquier cuarto podía servir; hubo lugares de estos en el Jardín de la Santísima numero 11 o el Palacio de Mármol de Tacuba 15. Más tarde fue necesario construir sitios exprofeso y fue así como surgieron las primeras sinagogas”.


La primera sinagoga de México, llamada Monte Sinaí, se levantó en 1923 también en Justo Sierra —a unos pasos de la Nidjei Israel— y albergó a toda la comunidad. Agrupaba a todos los judíos de México, pero pronto hubo necesidad de crear diversas agrupaciones dependiendo el lugar de origen.
“Empezó a haber divisiones, porque la manera de rezar en los países árabes y en Europa es diferente, y había diferencias culturales, y en el idioma”, relata Unikel-Fasja.
En 1931, los judíos sirios crearon la segunda sinagoga, en la colonia Roma.
La sinagoga Nidjei Israel —tercera en la Ciudad, y la primera fundada por los ashkenazí — abrió sus puertas en 1941.
La sinagoga funcionó como centro ceremonial, de estudio, de celebraciones y de trabajo comunitario hasta mediados de los años sesenta, informa Unikel-Fasja, quien lleva 15 años conduciendo paseos temáticos por los enclaves judíos del Centro.
Asimismo, fue escenario del drama de los ashkenazí —los más golpeados por Hitler—, quienes perdieron a “la gran mayoría de sus parientes en las cámaras de gas”.
“Inaugurada en plena Segunda Guerra Mundial, muchos ashkenazí rezaron (allí) con la esperanza de paz y de volver a ver a sus familiares que se encontraban en Europa. En este lugar se celebró con júbilo el inicio del Estado de Israel en 1948 y se creó la organización juvenil Bnei Akiva, de tendencia sionista religiosa”, recuerda Unikel-Fasja en su libro.


Entre la segunda mitad de los años sesenta y los ochenta, la migración judía hacia las colonias Roma, Condesa, Polanco y otras, contribuyó al paulatino abandono de las sinagogas del Centro, dado que los judíos devotos necesitan que su sinagoga les quede a pie.
En 1912 se creó la Sociedad de Beneficencia Alianza Monte Sinaí, que agrupó en un templo a todos los judíos que vivían en México, porque su objetivo primordial era contar con un panteón propio, que lograron establecer en 1914.
Cuatro años más tarde, la Alianza obtuvo el reconocimiento oficial del gobierno mexicano y ese mismo año compraron una casa ubicada en la calle Justo Sierra, para construir la primera sinagoga de México, llamada Monte Sinaí. La segunda sinagoga de los judíos de Alepo Siria, fue construida en la Colonia Roma en 1931, mientras que la tercera es precisamente la Sinagoga Nidje Israel, imitación de la de Shavel, Lituania, actualmente conocida como Sinagoga Histórica Justo Sierra, y que se inauguró en 1941.

http://www.elciudadano.org.mx/component/k2/sinagoga-historica-justo-sierra-recinto-que-une-a-dos-naciones