viernes, 18 de enero de 2019

- Atlacomulco, la nueva Diócesis y su Seminario

En la primera evangelización lo que llamó la atención de los indígenas, motivándolos para convertirse paulatinamente al Evangelio, fue la pobreza y paciencia de los frailes franciscanos; así como, el ornato y pulcritud en las celebraciones y la predicación pública, unida al incansable celo por las almas de los frailes que buscaba arrancarlos de la idolatría destruyendo templos, altares e ídolos de las deidades prehispánicas, en el territorio diocesano aún se pueden reconstruir dichos actos.
La zona que abarca el actual territorio de la Diócesis de Atlacomulco ha sido habitado por las etnias otomí y mazahua mucho tiempo atrás a la época precolombina.
En el pasado dos centro indígenas sobresalían en el escenario histórico; el señorío otomí de Xilotepec y el señorío de Mazahuacán, éste último con dos centros, uno político en Xocotitlán y uno religioso en Xiquipilco. En tiempos de la invasión nahua, Mazahuacán había sido sometido por Tezozomoc al señorío de Tacuba en 1338 y Xilotepec sometido por Acamapichtli en 1379 para el señorío de México. Después, ambos serían sometidos como tributarios a la Tripe Alianza de México, Texcoco y Tacuba.
Cuando el 13 de Agosto de 1521 los españoles logran la rendición de los señores del Imperio Azteca, los territorios otomí y mazahua se sometieron casi pacíficamente; es cierto que hubo episodios de resistencia otomí, pero que fueron sofocados por el conquistador Gonzalo de Sandoval, en el territorio ubicado entre Jiquipilco y Dongú, perdiendo 300 miembros de sus huestes. Ya el 3 de mayo de 1493 el papa Alejandro VI había previsto la evangelización de los pueblos de las coronas española y portuguesa.
Las raíces remotas de la llegada del Evangelio a nuestro territorio, hay que remontarlas al mismo trabajo evangelizador de los conquistadores y de los capellanes del ejército de Hernán Cortés; que pasó en varias ocasiones por el territorio con la finalidad de alcanzar otras tierras conquistadas para Castilla y gustaba como es sabido de la misa diaria y en más de una ocasión se encargó directamente del primer anuncio.
Sin embargo, la evangelización fundante propiamente dicha, tuvo que esperar la conformación de la Custodia Franciscana del Santo Evangelio -futura Provincia del Santo Evangelio- y sobre todo de la Junta de los doce, tan trascendental en lo que se refiere a la sectorización de los cuatro centros más importantes y de los métodos de evangelización, que tuvo en los hermanos franciscos a los garantes de la palabra divina.
La noticia más antigua que se tiene de la presencia Franciscana en el territorio diocesano, es la de Fray Antonio de Ciudad Rodrigo, acompañado de Fray Cristobal Sámorano, Fray Juan de san Francisco y sobre todo de Fray Alonso de Rangel, insigne apóstol de Jilotepec, que extirpó la idolatría e implantó la fe en la región, aún arriesgando gravemente su vida. De la misma manera, los franciscanos de Toluca incursionaron en Jiquipilco y los de Metepec llegaron incluso a Temascalcingo.
La presencia franciscana se materializó, en la edificación de Iglesias y conventos, no se olvide que las capillas abiertas fueron para la atención a los autóctonos, que de hecho participaban por separado del culto y la doctrina. En el período que corre de 1569 a 1574 se contaban ya 138 conventos franciscanos en el arzobispado de México.
Un elemento importante en la evangelización continua del territorio lo aportaron las congregaciones de pueblos, ya que era tendencia natural de los indígenas la dispersión, la Corona española decretó las congregaciones en pueblos de los naturales, lo cual tenía la finalidad de facilitar muchas tareas de la Conquista. Hubo varios decretos de congregación el de 1545 y los de 1592-1593.
Desde la invención de la imprenta y desde su importación a nuestra tierra por Fray Juan de Zumárraga en 1539 fue utilizada con fines evangelizadores, en el siglo XVI el padre Cáceres había formulado una gramática en otomí la segunda lengua franca de esta tierra después del mexicano o náhuatl, si bien ya entre 1529 y 1547 hay noticia de una Doctrina Cristiana en lengua otomí y en 1592 un arte de la lengua mazahua del mismo padre Diego Nájera Yanguas. Datos esenciales para entender que en la primera evangelización se predicó en las lenguas indígenas de la región, una tarea que no se debe dejar sólo en el archivo muerto del pasado remoto.
Diócesis y Catedral:
Nuestra diócesis recibió el Evangelio de los primeros misioneros Franciscanos. Fue Evangelizada por la provincia del santo Evangelio por dos vertientes: partiendo de México, por Jilotepec y, partiendo de Toluca, por Ixtlahuaca y su valle.
Vertiente de Jilotepec: por su situación en la ruta hacia el Norte del País, fue Jilotepec al mismo tiempo un importante centro de Evangelización y un punto de partida para la extensión del territorio conquistado del Evangelio hacia la región Chichimeca. Se sabe que de ahí partió la conquista de Tula, san Juan del Río, san Miguel el Grande y otros pueblos del Estado de Querétaro.
En 1526 tuvo su primer gobernador indígena cristiano: Nicolás de san Luis Montañés. En 1529 al parecer ya estaba Evangelizada la región y se pudo establecer un convento con Fray Alonso Rangel, que fue el primero que predicó en otomí.
Al convento de Jilotepec pertenecieron como visitas San Juan del Río, Santa María Amealco, Santiago Tecozautla, San Andrés Timilpan, San Bartolomé Tepetitlán y Aculco. Como “ermitas” estaban Acambay, La Magdalena Calpulalpan, San Sebastián, San Lorenzo, San Pablo y Santa María Tzimepatongo.
Vertiente de Ixtlahuaca: correspondió al convento de Toluca la Evangelización del valle de Ixtlahuaca. De entre los primeros misioneros de ese convento destaca Fray Andrés de Castro y Fray Jacobo de Tesbera, quien hizo un catecismo pictográfico en mazahua. Pronto algunas poblaciones pasaron al clero diocesano como las parroquias de Ixtlahuaca en 1569, Jiquipilco y Jocotitlán en 1575 Temascalcingo y San Felipe del Obraje (hoy del Progreso).
Entre los años de 1525 y 1530 la Evangelización en México, si bien adelantaba, iba a paso lento. En 1531 tuvo lugar la aparición de Santa María de Guadalupe. Fue éste, como lo han reconocido autorizados historiadores, el hecho que cambió el panorama de la Evangelización, abriendo su periodo de mayor florecimiento.
Los obispos mexicanos en su exhortación Pastoral del 15 de agosto de 1978 afirman claramente que “La intervención de María fue entonces, y sigue siendo ahora, un providencial acontecimiento Evangelizador…”. “Ha sido un vehículo de la fe en Dios, en Cristo y en su Iglesia, una Fe permanente y viva… ha conformado también el estilo de piedad de nuestro pueblo; y hasta ha logrado incorporar valores Evangélicos a su cultura y formar un vínculo nacional”.
La Iglesia Catedral fue construida en el centro de la ciudad, a un costado de la Iglesia parroquial de Santa María de Guadalupe
En el momento de su erección, la Diócesis contaba sólo con 38 presbíteros diocesanos; gracias a Dios en el presente se cuenta con 123 Presbíteros diocesanos y 5 Presbíteros religiosos, 9 Acólitos instituidos, 59 Seminaristas y 109 miembros de la Vida Consagrada.
La nueva Diócesis inició con 36 parroquias, 33 de la Diócesis de Toluca y 3 de la Diócesis de Cuautitlán. Después de la erección de la Diócesis, se han erigido 29 nuevas circunscripciones eclesiásticas, con el título de parroquias, 3 santuarios diocesanos, 4 rectorías y la Catedral.
El 30 de Abril del 2010, el Papa Benedicto XVI, nombró como tercer Obispo de nuestra Diócesis, al Presbítero Juan Odilón Martínez García, quien fue Ordenado Obispo y tomó posesión canónica de la misma el 28 de Julio del mismo año.
Con la finalidad de que los fieles cristianos de nuestra Diócesis tengan mayor atención, y sea anunciado el Evangelio de forma más organizada, se han erigido nuevas parroquias, siendo así necesaria la creación de nuevos decanatos.
Seminario Mayor de Atlacomulco:
Situación: Seminario Mayor de Atlacomulco, Ejido La Palma, Atlacomulco,/ Autopista Arco Norte & Carretera San Juan del Río-Atlacomulco, Atlacomulco.

En el momento de su erección, la Diócesis contaba sólo con 38 presbíteros diocesanos; gracias a Dios en el presente se cuenta con 123 Presbíteros diocesanos y 5 Presbíteros religiosos, 9 Acólitos instituidos, 59 Seminaristas y 109 miembros de la Vida Consagrada.
Por vez primera en la historia del Seminario de la Diócesis de Atlacomulco se ha celebrado de manera distinta a los años anteriores la fiesta patronal en honor a nuestro santo patrono Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote fijada siempre en el mes de marzo. Hasta el año 2014 se hacía la invitación de un grupo representativo de cada parroquia y los bienhechores, mismos que asistían con sus párrocos.
A partir de este año 2015 se hizo extensiva la invitación a todas las personas de la Diócesis que quisieran celebrar con el Seminario su fiesta patronal, invitación que se hizo llegar a través de los párrocos, propaganda impresa, lonas, y medios electrónicos como el Facebook. Además se les envió invitación a los mayordomos de los pueblos vecinos a Atlacomulco, mismos que participaron trayendo en procesión sus imágenes, situación que le dio mayor solemnidad a la fiesta.
Es de reconocerse el trabajo arduo del Rector que en coordinación con nuestro Obispo, Mons. Juan Odilón Martínez García y de todo el equipo de formadores y seminaristas, quienes desde el mes de noviembre iniciaron los preparativos para la fiesta patronal.
El domingo 8 de marzo fue la fecha fijada para este año; la fiesta se inició en un ambiente de alegría; al rededor de las 10:00 horas el Padre Rector hizo la inauguración oficial de la fiesta patronal de nuestro querido Seminario, en donde agradeció a Dios por la oportunidad que nos dio de celebrar por primera vez de una manera distinta esta fiesta y deseando que fuera del agrado de todos, invitó a participar de la misma.
La promoción de la fiesta patronal motivó a muchas parroquias tanto del decanato del Espíritu Santo como otras más lejanas como la de San José del Rincón y Santiago Yeche quienes se hicieron presentes con un grupo significativo de niños de catequesis, acompañados de sus catequistas y de algunos papás, los cuales fueron los primeros en llegar a la fiesta y que además se les mostraron las instalaciones del Seminario Mayor, siendo también para ellos oportunidad de expresar sus dudas, comentarios e inquietudes.
La fiesta patronal estuvo acompañada por diferentes danzas regionales, como los concheros, la danza azteca y las pastoras, mismas que le dieron realce; algunos de los danzantes comentaban que venían a pagar la visita que el Pbro. Enrique Dávila les había hecho yendo a danzar a sus respectivas fiestas; cabe mencionar que participaron con mucha alegría.
El momento central de la fiesta patronal fue la solemne Celebración Eucarística presidida por el Padre Rector a las 12:00 horas en que concelebraron varios sacerdotes del equipo formador; asistieron las danzas, los mayordomos y feligreses de diferentes parroquias; los seminaristas fueron quienes cantaron y animaron con la liturgia. 
Cabe mencionar también que a lo largo del día hubo otras celebraciones eucarísticas y se administró el sacramento de la reconciliación.
Por supuesto no podían faltar los diferentes puestos de comida y el típico pan de fiesta, cuyos organizadores de manera muy generosa se esmeraron en la preparación de los alimentos y colaboraron con las ganancias y en algunos casos hasta con la inversión en favor del Seminario.
No podemos negar que la participación de los juegos mecánicos, ocupó un lugar especial en la fiesta patronal, ya que fue motivo de diversión para muchos asistentes chicos y grandes; hubo promociones para algunos niños. Hubo música en vivo; por la mañana estuvieron dos artistas animando y cantando música versátil y por la tarde estuvo tocando y cantando el grupo “Almar” quienes hicieron que la gente pasara momentos muy agradables con la música, los cantos y las dinámicas.
Al filo del medio día hubo un evento de payasos para los niños, y otros que sintiéndose contagiados por el espíritu infantil, disfrutaron y se divirtieron un momento; al finalizar de este evento, se llevó a cabo un concierto de música católica en la capilla del Seminario cuyos concertistas fueron los presbíteros Felipe Ortega Flores y Mario Guadalupe González, evento que también fue muy concurrido.
Para continuar con la alegría de las festividades hubo en el auditorio del Seminario un evento de box con 10 peleas en las que tuvieron la oportunidad de participar boxeadores de diferentes gimnasios de Atlacomulco y sus alrededores, contando con una asistencia grande a este evento.
Durante todo el día estuvo puesta la expo-vocacional casi a la entrada del Seminario en que participaron diferentes congregaciones religiosas y el mismo seminario promoviendo las vocaciones.
Para concluir los festejos en honor de Jesucristo Sumo y eterno Sacerdote, alrededor de las 17:00 horas, fuimos bendecidos con un chubasco, mismo que vino a dar por terminada la fiesta. Muchos de los asistentes estuvieron contentos y sorprendidos por el éxito en la organización de esta fiesta.
Se calcula que la cantidad de asistentes a la fiesta patronal osciló entre los 2500 y 3000 personas; 12 puestos de comida; 7 juegos mecánicos; 1 tiro al blanco; 1 lotería y 3 danzas. Seguimos pidiendo a Dios nuestro Señor que nos bendiga con abundantes vocaciones al ministerio ordenado.
2019 Enero. Semana de estudio en el Seminario
Los dias del 14 al 16 enero, unos 80 presbiteros han participado en la primer parte de la Semana de estudio del Presbiterio de Atlacomulco (México). El objetivo de estudio y reflexión ha sido: "los presbiteros reflexionan sobre formación humana, afectividad y sexualidad, con vistas a seguir formando en corazón de pastor". 
La temática ha sido conducida por el Servicio de Animación Vocacional Sol con la participación de los padres operarios Rubén Barrón y José Angel Mendoza del IPV-México. Señalamos la presencia en todas las charlas del Obispo de Atlacomulco, Monseñor Juan Odylón Martínez, quien agradeció: "a la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos su importante ayuda, valorando que hemos visto que es un trabajo de equipo y un testimonio de fraternidad sacerdotal".