El AMBAR en Chiapas:
Minas de Ambar
el ámbar es una resina fósil, no un mineral,La resina es una sustancia producida por ciertos árboles de confieras y leguminosas, la cual le sirve para sellar daños en su corteza o ramas contra ataque de parásitos. En Chiapas, hace 25 millones de años, durante el comienzo del mioceno, árboles de la leguminosa Hymenaea coubaril (conocido localmente con el nombre de guapinol), exudaron esta resina en forma de gotas, las cuales en su recorrido hasta el suelo atraparon animales y restos de plantas. El Ámbar ha sido utilizado por el ser humano a través de la historia en ofrendas ceremoniales, como protección o con fines medicinales y como joyería y objetos de artes, además de aportar información importante sobre la vida extinta, a través del estudio de sus inclusiones animales y vegetales.
Este
tipo de resina proveniente de los árboles Hymenaea y los pinos Agathis
australis, El ámbar es una piedra semipreciosa
compuesta de resina vegetal fosilizada.
En el mundo únicamente se han
contabilizado alrededor de 20 depósitos importantes; el más grande está en el
mar Báltico. Y no todos tienen la misma antigüedad; por ejemplo, el de Francia
tiene una historia de 100 millones de años.
En América, se han identificado
yacimientos de ámbar en Colorado y Arkansas (USA), en República Dominicana, en
Colombia y en México.
En México, el ámbar se
localiza en Chiapas, en los municipios chiapanecos de El
Bosque, Huitiupán, Totolapa, Pantelhó, Ocosingo y San
Andrés Duraznal. El ámbar localizado en El Bosque, proviene de la era Terciaria, con una antigüedad
aproximada de 25 a 30 millones de años.
Simojovel,
un poblado de Chiapas, en México, es conocido por su riqueza de estas piedras semipreciosas de origen vegetal. La
extracción de estas ‘joyas’ se da en el interior de un cerro.
Cerro y entrada a la mina de donde se casa el ámbar
En Simojovel, las minas de ámbar son
comunitarias. Se asegura que entre 600 y 700 personas, de 10 comunidades, se
dedican a la minería de ámbar y que existen alrededor de 100 minas, cuyos
túneles pueden medir de 2 a 200 metros de profundidad y entre 1 y 1.60 metros
de alto.
Los mineros deben trabajar durante horas excavando dentro del cerro
hasta encontrar líneas cafés, que son la primera señal de que ahí se encuentra
el ámbar.
Las minas son túneles de tiro, abiertas en los cerros. El descubierto de yacimientos ambarinos empieza con la localización de capaz de carbón de piedra en las laderas de las montañas de Simojovel. Apartir de ello comienza la excavación del túnel, el desecho se arroja hacia fuera del túnel, la altura de los túneles se varía entre un metro y dos, según sea la veta. Muchas veces el minero trabaja en cuclillas, hincado o acostado, al no tener apuntalamientos los túneles ser peligrosos pues el terreno es suelto y movible. Los mineros trabajan sin ninguna protección y los derrumbes provocan graves tragedias.
El hallazgo de una pieza de ámbar puede tardar días de labor, con jornadas de más de 10 horas, en ocasiones se encuentran solo unos gramos, entre cascajos y conchas fósiles. El Ámbar rojo generalmente hace presencia al principio de las excavaciones, en la actualidad el precio del ámbar se establece según la calidad, color, tamaño y fisuras, entre otras características.
El hallazgo de una pieza de ámbar puede tardar días de labor, con jornadas de más de 10 horas, en ocasiones se encuentran solo unos gramos, entre cascajos y conchas fósiles. El Ámbar rojo generalmente hace presencia al principio de las excavaciones, en la actualidad el precio del ámbar se establece según la calidad, color, tamaño y fisuras, entre otras características.
Deben ser cuidadosos, si llegan a golpear demasiado fuerte pueden
romper la resina y si encuentran un insecto fosilizado dentro, el valor puede
ascender muchísimo dependiendo de la rareza del bicho.
El periodista Javier Brandoli narra en la edición de hoy de El Mundo: “El trabajo en la mina en Simojovel es junto a los escondidos y protegidos por los narcos cultivos de amapola y marihuana la fuente de riqueza de la comarca. ‘Pedro y Manuel trabajan en la peor parte de la cadena, son los mineros de segunda. Picamos las rocas de los terrones que tiran de la mina’, cuentan mientras no detienen sus brazos y martillos bajo un duro sol con sus pies sujetos en una colina de escombros. Ellos ganan 200 pesos al día por currar [trabajar] de lunes a viernes”.
Brandoli dice que lo que hacen es buscar entre los restos de “basura” de la piedra ya desechada por los mineros de primera, que en los casos muy afortunados pueden cobrar hasta 500 pesos diarios. “‘Hay todo tipo de arreglos económicos. Las minas en ocasiones las explota el dueño, otras la renta por meses y otras contrata a trabajadores a los que pueden pagar 150 pesos al día’, explica Claudia”.
“En las minas hay también trabajo infantil –agrega el periodista–, como el que le costó la vida al primo de Elías, de 14 años y estudiante de secundaria: ‘Había encontrado una pieza de 900 gramos que llevaba en las manos y salía sonriente cuando una piedra le aplastó’, nos relata su familiar. ‘Hay niños que con siete años ya trabajan en la mina en sus vacaciones. Yo empecé con nueve años’, dice. ‘Los niños hacen trabajos menos duros generalmente y son de familias muy desestructuradas.
Para los científicos, todo aquel
rastro de vida que se encuentre atrapado en el ámbar es algo así como un tesoro, es la posibilidad de poder identificar una especie ya
extinta y nueva para la ciencia, es la oportunidad de saber sobre la historia
de la vida en la Tierra.
En muchas
ocasiones la resina al escurrir sobre la corteza de troncos y ramas llegó a
atrapar burbujas de aire, gotas de agua, partículas de polvo o pequeños seres
vivos como plantas (orquídeas, hongos, musgos, líquenes, semillas y un sinfín
de flores diminutas), insectos, gusanos y otro tipo de animales que van desde diminutas hormigas, arañas,
mosquitos, abejas, termitas, mariposas y libélulas, hasta lagartijas, ranas y
escorpiones, quedando guardados y preservados como inclusiones fósiles
deshidratadas pero sin el encogimiento que normalmente causan las
deshidrataciones, conservándose de tal forma que su estructura celular y hasta
fragmentos de su ADN pueden encontrarse todavía hoy.
Las cavernas de Simojovel, en el sureño estado mexicano de Chiapas, acogen cada día a cientos de mineros indígenas dedicados a una extracción rudimentaria de ámbar en la que arriesgan sus vidas
Estas
inclusiones agregan no sólo belleza a una pieza de ámbar sino una gran cantidad
de información de suma importancia para científicos, pues de esta manera se
tiene conocimiento de la vida de hace millones de años, disponiendo, incluso,
de especies ya desaparecidas. Existen muestras de ámbar de gran valor
desde el punto de vista paleoambiental, lo que permite que científicos
reconstruyan un modelo de un ecosistema de milenios pasados, desaparecido hace
ya mucho tiempo.
El tamaño, el tipo de espécimen, su
visibilidad, la cantidad y hasta la posición son factores importantes que
intervienen en la valuación de una inclusión.
Hace tiempo, los científicos mexicanos
no tenían muchos problemas para adquirir piezas de ámbar con inclusiones
(restos de organismos). Eso cambió, sobre todo cuando muchos extranjeros
comenzaron a interesarse en comprar ámbar.
Los colores del ámbar
son muy variados: amarillo (el más común), naranja (coñac), rojo (cherry),
blanco, café (cajeta), verde azulado y "negro" o musgo (tonos oscuros
de otros colores), que son menos frecuentes que el amarillo. De estos colores
se desprende una amplia gama de tonalidades. El ámbar rojo de Chiapas es uno de los más hermosos.
Nadie sabe con certeza cuánto ámbar existe
aún en las entrañas de los cerros de Chiapas ni cuántas generaciones más de
chiapanecos seguirán encontrando el sustento en la extracción y tallado del
ámbar.
Los científicos desconocen por qué
hace más de 20 millones de años, los árboles de Hymenaea que
dominaban lo que hoy es Chiapas emanaron tanta resina y mucho menos por qué se
extinguieron esos árboles.
La gran belleza del
ámbar es la responsable de que haya sido considerado una sustancia preciosa, y
por su origen misterioso era estimado como protección divina contra diversos
daños para el portador de joyas ambarinas. Como tal, llegó también a usarse
como un ingrediente en las medicinas y para propósitos religiosos. El ámbar es la única
"piedra" semipreciosa de origen vegetal.
La creatividad de los artesanos logra utilizar plenamente las propiedades de
esta "gema", con sus características físicas y sus colores.
En Simojovel, las minas de ámbar son
comunitarias, en este municipio se
extraen alrededor de 292 kilos mensuales, equivalentes a 90% de la extracción
del producto en el país. Una de las mayores exudaciones de ámbar del
mundo se encontró en México, con un peso de 11,7 kilogramos.
La dureza del ámbar mexicano es de 2,5 en la
escala de Mohs, cualidad que le da un alto prestigio internacional como
material para la talla y la escultura.
Con fecha
del 15 de noviembre de 2000, se publica en el Diario Oficial de la Federación
(México) la declaración general de protección de la denominación de origen
"ÁMBAR DE CHIAPAS".
Las diferentes etapas del trabajo
artesanal son tradicionalmente:
-Talla y
corte para esbozar los modelos.
-Limpieza
final hecha con el cuidado más exigente.
-Engarce
para montar las piedras en metal precioso.