Capillas
en el tren suburbano de México: siempre atendidas por curas, y con café y
bocadillos
En el estado de México, las Diócesis de Cuautitlán y Tlanepantla
instalaron capillas en plazas comerciales que dan acceso a estaciones del Tren
Suburbano. Se inauguraron en enero de 2015.
El obispo de Cuautitlán Guillermo
Ortiz Mondragón, externó que la instalación de estas capillas responde a que el
sentido misionero es el de salir de los templos e ir al encuentro de la gente,
para trabajar con ella en sus distintas realidades a fin de acercar a la gente
su labor evangelizadora y hacer presente a Cristo en este medio de transporte,
así como para que los transeúntes cuenten con espacios de oración y meditación,
donde también puedan hablar con un sacerdote y expresarle sus dudas e
inquietudes.
Comentó
que eso, y el hecho de que una persona no católica ofreciera a la Iglesia estos
espacios, bajo el convencimiento de que el mundo necesita tener cerca a Dios,
dieron origen a la instalación de estas capillas, la de San Francisco Asís, en
la estación Lechería; la de San Antonio de Padua, en Tultitlán, y la de San
Juan Diego, en Cuautitlán, cuyo diseño estuvo a cargo del P. Jaime Vélez,
responsable de la Dimensión de Arte Sacro de la Diócesis. También hay dos
capillas en las estaciones de San Rafael y Tlanapantla en la Diócesis contigua de
Tlanapantla.
Mons. Ortiz Mondragón dijo que cuando se
instalaron dichas capillas sintió un profundo gozo y agradecimiento hacia Dios;
aunque hubo sacerdotes que, habituados a estar en sus parroquias, sintieron
extraño el hecho de tener que ir a un lugar donde no había una feligresía
estable, y donde, suponían, asistiría muy poca gente.
“Yo les
pedí que lo tomaran como un día de descanso, para leer y hacer meditación; pero
al ver ellos que acudían muchas personas a Misa, y que otras tantas se
acercaban para confesarse o simplemente para platicar, se dieron cuenta de que
valía la pena estar ahí”, comentó.
Explicó
que a estas capillas llegan numerosas personas que llevaban años sin acercarse
a la Iglesia, y que hay mucha gente agradecida por su presencia en esos
lugares. “Desde luego, hay personas que ven esto con otros ojos, ya que, al no
tener la fe católica, se acercan en una actitud un tanto agresiva, como
intentando crear una discusión sobre la apertura de estos espacio”, comentó
Mons. Guillermo Ortiz.
Comentó que
son locales de las plazas comerciales
que dan acceso a las citadas estaciones del Tren Suburbano, por lo que la
Iglesia Católica no paga nada por los mismos. Y añadió que otra persona
católica otorgó parte de los recursos para la adecuación de las capillas y de los
materiales de las mismas.
Todas las capillas cuentan con cafetería y librería,
lo que no es tanto un negocio sino un espacio de encuentro, para que los fieles
encuentren lectura de valores,
espiritual, de instrucción sobre la propia fe.
La intención es que
haya un sacerdote toda la mañana y otro toda la tarde. Que Nuestro Señor esté
expuesto para la adoración de los fieles, pero sobre todo para las personas que
quieran acercarse a hablar, expresar sus dudas, sus preocupaciones, a recibir
el perdón de los pecados, para eso está el sacerdote allí, dijo.
El
también encargado de la Dimensión Episcopal de Movilidad Humana señaló que,
para sacar adelante esta labor, las tres vicarías de la diócesis se organizan
para que todos los días haya sacerdotes en las capillas, sacerdotes que llevan
a cabo una labor pastoral de persona a persona; es decir, que atienden a quien
se acercan, ya sea para platicar, para hacer algún trámite relativo a los
Sacramentos o para confesarse.
“Conforme
las personas van conociendo la disposición que hay por parte de la Iglesia y
sobre todo encontrando ahí a Cristo, se van acercando en un número mucho mayor.
Además, anexo a las capillas hay una cafetería, que sirve como espacio de
encuentro, donde se ofrece un café muy bueno y bocadillos que hacen las
religiosas contemplativas. También estamos poniendo poco a poco una librería
para venta y lectura de material”, comentó.
Para
finalizar la entrevista, Mons. Ortiz Mondragón habló de un espació distinto a
estas capillas, pero que al igual debe atender: la Casa del Migrante San Juan
Diego ―construida también por el P. Jaime Vélez―, en Huehuetoca, un municipio
de la Diócesis que se ubica dentro del trayecto de los migrantes. Externó que
dicha casa, al ser una responsabilidad de toda la Diócesis, cada parroquia
tiene el compromiso de apoyar un día con alimento a los migrantes, a quienes
también los laicos deben visitar y llevarles ropa y zapatos. Asimismo, se les
ofrece desde una cama hasta asesoría psicológica y jurídica, para lo cual se
cuenta con la colaboración de las autoridades de Migración, de los cuerpos de
seguridad tanto municipal como estatal, de Médicos sin Frontera y de la
Secretaría de Salud del estado.