lunes, 10 de marzo de 2025

- Parroquia de San Cosme y Damián (CDMX)

La Parroquia de San Cosme y San Damián, es un templo ubicado en la calle Serapio Rendón número 5, en la colonia San Rafael de la Alcaldía Cuauhtémoc en la Ciudad de México. Antiguamente fue el centro religioso del barrio histórico de San Cosme (actualmente forma parte de las colonias San Rafael y Santa María la Ribera), el cual fue fundado en 1524.

¿Cuál es la historia de la parroquia de los santos Cosme y Damián?

La fundación del barrio de San Cosme se remonta al 10 de septiembre de 1524 -tres años después de la caída de Tenochtitlan- cuando Hernán Cortés dispuso los terrenos para huertas y tierras de labranza. Originalmente, esta iglesia fue parte del hospital para indios forasteros. Alrededor de 1540 Fray Juan de Zumarraga fundó en la zona un hospital para indígenas forasteros y una ermita;​ los cuales a falta de rentas no pudieron subsistir.

En 1581 llega a México una misión de Franciscanos descalzos y el virrey conde de la Coruña y el arzobispo Pedro Moya de Contreras les entregan el hospital abandonado. En 1593 se funda el convento de San Diego y los franciscanos descalzos se trasladan a él y los Franciscanos observantes solicitan el hospital y la ermita como ayuda de parroquia, que en 1662 se convirtió en casa de recogimiento bajo la advocación de nuestra señora de la consolación y en 1672 se colocó la primera piedra de la iglesia actual.

En 1669, la ermita se convirtió en Casa de Recolección o de mayor recogimiento, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Consolación y, finalmente, en 1672, bajo el patronato de don Agustín Guerrero, se puso la primera piedra de la iglesia que conservamos, la cual fie dedicada el 11 de enero de 1675.

El 17 de marzo de 1734 fue sepultado en ella el virrey Juan Vázquez de AcuñaMarqués de Casa fuerte quien asistía regularmente a misa a la parroquia.

El convento fue convertido en hospital militar el año de 1855 y en 1862 se dividió en lotes donde se establecieron habitaciones particulares.

Este templo tiene relevancia como un punto intermedio en los viajes que se realizaban de la Nueva España a Filipinas, y se puede afirmar que en él se afinaban los detalles de esas expediciones misioneras. Se embarcaban en la Nao de la China y zarpaban del Puerto de Acapulco hasta llegar al archipiélago.

Una de las principales fuentes informativas sobre la historia de este templo es Fray Juan de Torquemada (1557-1624), quien fue nombrado cronista de los franciscanos y cuya obra más importante es “Monarquía Indiana”, que abarca 7 libros.

En esta publicación, Torquemada platica que este templo sirvió como lugar de reposo para aquellos religiosos que viajaban a Filipinas a través de la Nao de la China; dice: “por estas en las huertas de esta ciudad de México, cuyos indios estaban en la administración de los frailes menores, que tienen cargo en la capilla de san Joseph. Ellos se pasaron a otro sitio que se les dio en la ciudad, junto del hospital de los convalecientes, y de esta parte del tiánguez o mercado que se llamaba san Hipólito. Allí hicieron casa, cuyos gastos han sido a cuenta de otro patrón que para su fundación recibieron.”.

Para 1851 el número de frailes era muy reducido, por lo que el convento de San Cosme fue convertido en hospital militar, el cual no prosperó y en 1862 el convento fue fraccionado en lotes y vendido a particulares, sin embargo, en el templo se estableció la parroquia de San Antonio de las Huertas que fue cerrada ese año.

El 18 de septiembre de 2022 se develó en el atrio de la parroquia la escultura "patria llora por sus hijos", en conmemoración de las personas desaparecidas.

Arquitectura

La iglesia es de planta de cruz latina, está cubierta por bóvedas de cañón con cúpula octogonal y tiene una torre de un solo cuerpo.​ Su portada de dos cuerpos presenta en la entrada del templo un arco de medio punto flanqueado por columnas que sostienen un entablamento con cornisa. En el segundo cuerpo se encuentra un relieve que representa a la Sagrada Familia y está flanqueado por las esculturas de los santos patrones. El retablo principal, de estilo churrigueresco perteneció al templo de San Joaquín de Tacuba.

Tiene una torre de un solo cuerpo cubierta por medio de un cupulín.

Su portada es muy sencilla pues consta de vano de medio punto flanqueado por columnas, sobre el que se apoya un relieve con la representación de la Sagrada Familia.

En el interior conserva el magnífico retablo mayor, con pilastras estípites, del siglo XVI, que perteneció al colegio carmelita de San Joaquín de Tacuba.

La veneración a san Cosme y San Damián.

Fray Juan de Torquemada (1557-1624) da antecedentes de esta fundación de la siguiente manera: “La Provincia de San Diego de los frailes descalzos de san Francisco, se fundó en custodia pocos años ha, la cual tuvo principio en una casa y huerta que era de Agustín Guerrero, que en el año 1578 o 79, la dio para hospicio de los frailes que pasan de la provincia de la China, cuyo medio camino es este de la Nueva España, entre las dos navegaciones que hacen.

Y en esta Nueva España, la jornada forzosa es a esta Ciudad de México de donde se habían para su viaje. Por eso pareció a los primeros ministros que pasaron a aquellas tierras que convenía tener casa donde hacer parada y salir de refresco para salir adelante. Hizose así y fueles dada la casa de Agustín Guerrero, hombre honrado y caballero de cuenta en esta ciudad, que era de la vocación de San Cosme y San Damián.” Fray Juan de Torquemada menciona que “en esta casa de San Cosme moró el santo mártir Fray Pedro Bautista y predicó en esta ciudad apostólicamente y con grande crédito y concurso de gente que le seguía, y quien misionó en Japón”.

¿Dónde se ubica la parroquia de los santos Cosme y Damián?

Serapio Rendón #5 col. San Rafael, Ciudad de México

Redes sociales: https://www.facebook.com/sncosmeydamianmx

Teléfono: 55 5566 7744

-VISITA A SAN COSME Y DAMIAN 17 abril 2025. Album de fotos de recuerdo de la visita:






lunes, 2 de diciembre de 2024

- Las cuevas de la Sierra Tarahumara

                         

Las cuevas de la Sierra Tarahumara: el ancestral hogar de los rarámuri

Desde hace siglos, las cuevas de la Sierra Tarahumara han sido el hogar de los rarámuri, dicho sitio sigue siendo habitado por este pueblo.

Desde tiempo ancestrales, las cuevas de las Sierra Tarahumara han servido como hogar del pueblo rarámuri. Enclavadas en el estado de Chihuahua, estas cavernas han brindado cobijo y sustento a los también llamados tarahumaras. También en ellas, a pesar de que se ha preservado un estilo de vida tradicional, han llegado diversos cambios con el correr de los tiempos, los cuales han modificado el quehacer cotidiano de este pueblo originario.

Los rarámuri o tarahumaras

En la sierra que lleva su nombre habitan los tarahumaras, o rarámuris “los hombres de los pies alados», como ellos se llaman a sí mismos. Los varones suelen llevar una camisa ampliasuelta, con cuello y grandes mangas con puño, de manta blanca o de colores en seda brillante. En la frente llevan un lienzo amarrado de lado, con las puntas colgando, que se llama kowera. Las mujeres tradicionalmente portan una blusa con batita, de la que sale un faldón plegado que les llega a la cintura, y mangas amplias con puño. Sus faldas son amponas, superpuestas, tres o cuatro, blancas o de colores, y las acinturan con un ceñidor de lana.

Sus religiosidad se basa en un catolicismo altamente sincrético, que combina elementos de la evangelización jesuita y creencias muy antiguas. Realizan ritos ancestrales, como la bendición del peyote, presidida por sus autoridades y chamanes, en la noche, en medio de los bosques. A la Semana Santa acuden «los pintos», que son unos hombres casi desnudos, con el cuerpo decorado con círculos blancos.

Las cuevas de la Sierra Tarahumara

Durante las épocas de calor, los rarámuri suelen vivir en pequeños grupos en los valles de las altas montañas de la Sierra Madre Occidental, de las que bajan en invierno, antes de que se cubran de nieve. Ya instalados en el sitio escogido, se dedican a la alfarería y la cestería. También se ocupan de reparar sus casas de adobe o de madera, los graneros y las palizadas para su ganado. Además, siembran maíz y frijol en las tierras que los circundan a través de una organización comunal.

Sin embargo, varios otros tarahumaras también habitan las cuevas de la sierra homónima. Algunos viven en estos espacios silvestres por tradición, otros por necesidad. Estos sitios cuentan con todo lo necesario para el día a día. 

Regularmente tienen un fogón que usan para cocinar, así como sencillos mueblestrastos y todos los utensilios que se encuentran en una casa rarámuri de los valles montañosos. Estas habitaciones se han adaptado a la forma natural de la cueva, tallada en enormes y sólidos peñascos.

El turismo

Actualmente, las cuevas de la Sierra Tarahumara se han vuelto un sitio de interés turísitico. Esto se debe a que muchas personas quieren conocer el estilo de vida tradicional de los rarámuri. Y si bien esto es alimentado por las agencias de viaje e ideas exóticas de los visitantes, lo cierto es que este pueblo se ha adaptado a la nueva inercia, permitiendo que otras gentes conozcan sus hogares.

El interés en su vida, ha hecho que los tarahumaras condicionen sus comunidades como espacios turísticos, permitiéndoles mantener su tan apreciada autonomía. Allí venden arte tradicional como adornos de madera, joyería, muñequitas de trapo, ropa, adornos, guares y otros objetos fabricados por los habitantes de la región. También se pueden adquirir varias infusiones y hierbas medicinales de la zona.

jueves, 31 de octubre de 2024

- Michoacán: los niños reciben a los angelitos danzando

         

El 31 de octubre los niños reciben a los “angelitos”. Danzas en Charapan

En Chaparan, Michoacán, México, cada 31 de octubre los niños y niñas reciben a los “angelitos”, niños fallecidos que vuelven de la muerte para visitar a sus familiares.

Provistos de máscaras o de atuendos que infunden temor y de bastones, los niños libran, mientras danzan, una batalla épica contra los espíritus malignos que asedian a los ángeles cada 31 de octubre en su camino al altar que cada familia ha preparado.

Participan niños de 5 a 14 años y hacen un recorrido para visitar cada uno de los altares de los angelitos difuntos durante el año.


La leyenda que nos han contado nuestros antepasados es que los niños bailan para asustar a los malos espíritus, para que no se lleven el alma de los niños que vienen en estas fechas a visitar a la familia…entonces ellos hacen disfraces de terror, máscaras de cartón o de hule y las pintan…

Reina un ánimo festivo entre esta niñez que danza de altar en altar, durante horas, desde las 18 h a las 22 h del 31 de octubre. Mientras los cirios alumbran el camino de los ángeles difuntos que son agasajados en los altares que cada familia de los niños difuntos ha realizado en su memoria.

Altares, caminos de flores y velas anuncian la llegada de los difuntos, una celebración que distingue a Michoacán.  Desde la puerta de cada casa hasta el altar hay un camino de pétalos de flor de cempasúchil que conduce a las ánimas.

Prácticamente estas actividades se realizan en los pueblos michoacanos con algunas variantes en fechas; hay comunidades que inician con las velaciones y altares para ángeles y adultos desde el 31 de octubre. Es fiesta, aroma, alegría… es Patrimonio de la Humanidad.

Los adultos lo celebran en estas fechas y formas:

El 1 de noviembre se visita el altar a los angelitos, esto es a los bebés, niños difuntos y personas que murieron sin casarse. Si es la primera ofrenda, el padrino de bautizo lleva un arco con flores de cempasúchil y flor de ánima (orquídea propia de esta época), dulces de azúcar, juguetes y hasta ropa. En el trayecto a la casa de los padres se cantan alabanzas y rezan. Ya en casa del pequeño difunto se coloca la ofrenda con lo traído por el padrino y con platillos de comida: pozole, nacatamales y atole.

Terminados los rezos salen de la casa hacia el cementerio donde permanecen todo el día. Durante la velación, la gente intercambia las ofrendas pues el fin es no regresar las mismas cosas a sus hogares.

Por la noche inician los preparativos para la ofrenda de los adultos y se adornan las tumbas con arcos de flores amarillas, a los que se cuelgan plátanos, naranjas, limas, jícamas, panes cubiertos de azúcar. Las tumbas se cubren de servilletas bordadas y se ponen cazuelas, jarros y canastas con la comida preferida del difunto; alrededor de las tumbas se colocan velas que guiarán su camino.

El 2 de noviembre, los familiares y amigos se reúnen en las casas para rezar rosarios y pedir por el eterno descanso del alma de los difuntos. Los altares constan de imágenes religiosas, fotografías de los familiares muertos –a veces ponen ropa y objetos personales; alimentos que van desde fruta y vegetales hasta panes, dulces de azúcar y agua. Alrededor de la ofrenda se colocan adornos florales y al pie del altar se hace una cruz de pétalos de flor amarilla, se coloca el sahumerio de barro negro con copal y velas prendidas.

Es una celebración milenaria y religiosa que mantiene vivos aquellos rituales funerarios de la época precolombina, mezclados con las tradiciones españolas. La velación, la organización de los altares, las ofrendas y las flores que en esta época protagonizan los hogares y panteones del país denotan el respeto por aquellos seres que ya no están aquí, pero cuyas almas llegarán a reencontrarse con los vivos. 

Esa continuidad de la vida después de la muerte es la que sustenta la fiesta de Todos los Santos.