Vista aérea de la Sierra Tarahumara
En la Sierra Tarahumara, en Chihuahua, hay un poblado llamado Sisoguichi que significa “lugar de las flores”. En este sitio se celebra una Navidad muy peculiar al más puro estilo de los tarahumaras.
Sisoguichi, enclavado en lo alto de la Sierra Tarahumara, en el
Municipio de Bocoyna, del que
constituye su tercera localidad por población. Fue durante mucho tiempo el
principal centro de las misiones católicas en la región.
La versión
tarahumara de estos festejos navideños es una muestra más del sincretismo
religioso que se observa en otras regiones del país.
Se trata de una mezcla
entre las costumbres prehispánicas y la doctrina católica. Si quieres saber cómo celebran la Navidad los tarahumaras, ¡sigue
leyendo!
Navidad en la sierra
Más de un
siglo tardaron los misioneros españoles en llegar a la sierra de los
tarahumaras con la doctrina cristiana. La conquista del Imperio Mexica sucedió
en 1521, pero fue hasta 1676 que el centro de misiones de Sisoguichi fue
fundado por el jesuita Antonio Oreña.
Como sucedió en muchos otros lugares del territorio
novohispano, el proceso de evangelización fundió las antiguas costumbres de los
indígenas con las temáticas católicas.
Esto resultó en una celebración navideña
impregnada con la estética y el ambiente de los tarahumaras. Algunos de los
elementos en estos festejos son:
·
El ritual del Baile de los Matachines, que se repite los días 8, 12, 24 y
31 de diciembre, así como el Día de Reyes en enero. Estos bailes duran toda la
noche y su propósito es el de hacer una oración por el bienestar de la
comunidad y agradecer a Dios por las bendiciones.
·
La música tarahumara que es tocada en
vivo con violines e
instrumentos de percusión elaborados por los mismos artesanos de la comunidad.
·
La preparación del tónari, un cocido
de res en el que se
incluyen la carne y vísceras del animal. Este platillo tarahumara solo se come
en ocasiones muy especiales.
·
La misa de Navidad el 25 de diciembre
por la mañana, a la que acuden más de 500 personas de todas las comunidades
tarahumaras cercanas.
Para llegar a Sisoguichi hay que tomar una
desviación en el poblado de Bocoyna, unos 15 km antes de llegar a Creel.
Después se recorren 14 km de terracería antes de llegar a este lindo pueblo
tarahumara.
Vive una Navidad diferente en México, comparte esta
tradición ancestral con los tarahumaras y conoce más de cerca nuestras
costumbres. La Navidad tarahumara en Sisoguichi, Chihuahua, te espera.
La Navidad en Sisoguichi regala a todo aquel que se encuentra en
la región un bello espectáculo. En la parroquia El Dulce Nombre de Maria, desde
el 8 de Diciembre los tarahumaras de la comarca acuden a realizar el baile
popular de los matachines. Este ritual se repite el 12 de Diciembre en honor de
la virgen de Guadalupe, el 24 para festejar la Navidad así como el Año Nuevo y
también el Día de Reyes.
Es impresionante
ver como desde temprana hora acuden de los poblados cercanos varios grupos de
indígenas vestidos de matachines para danzar dentro y fuera del templo. El
baile dura toda la noche y solo es interrumpido para celebrar la misa de noche
buena una hora antes de la media noche. Dentro de la iglesia se encuentran
tanto indígenas como gente del pueblo y turistas que acuden a presenciar esa
singular ceremonia. El ritual finaliza con la misa de Navidad celebrada en la
mañana del 25 a la cual acuden más de 500 personas.
Desde
Panalachi, Guteachi, Nagueachi, Napuchi (valle de los hongos) y muchas
localidades mas, todas ellas dentro del municipio de Bocoyna… ¡llegan los
matachines hasta Sisoguichi! y sus vestimentas así como toda esa devoción, dan
color y sentimiento a la celebración de la Navidad. Los sones que interpretan,
son entonados por violines elaborados por artesanos tarahumaras y aunque
carecen de brillo y no tienen color, la madera pulida los hace verse realmente
originales.
Para los matachines, no importa el frío ni el desvelo, tampoco las distancias recorridas. Al ritmo de las sonajas y los violines se escuchan los sones que amenizan la danza. Para los tarahumaras, la danza es una oración, con ella piden perdón, imploran lluvia y dan gracias a Dios. Su principal Dios es una fusión de Cristo con Onorúame como lo denominan ellos.
Las danzas que
realizan son ceremonias llenas de significado; a través de ese ritual expresan
sus esperanzas, temores, los tormentos de sus almas, sus anhelos de una vida
mejor así como sus plegarias de amor y alegría. Bailan para agradecer
bendiciones y para evitar enfermedades entre otras cosas.
Estos
danzantes, se caracterizan por el brillante colorido de su atuendo. La danza
matachín es ejecutada por un numero par de bailarines generalmente ocho o doce.
Es un baile de movimiento, giros y cambios rápidos que ejecutan en dos hileras
de danzantes bajo la dirección del jefe.
Estar ahí,
presenciar ese ritual y compartir la Navidad al lado de los indígenas
tarahumaras es un privilegio y una experiencia inolvidable. Es sentir la unión
de dos culturas, es ver que se trata tan solo de almas que se reúnen para
esperar la llegada de Jesús.
LOS MATACHINES: SOLDADOS DE LA VIRGEN (CHIHUAHUA)
Cuando
la época de lluvia se hace presente en la sierra suroccidental de Chihuahua los
tarahumaras se dispersan en sus aislados ranchos. El regreso a casa conlleva
realizar las labores más pesadas del ciclo agrícola, pero ellos saben que la
recompensa a estos esfuerzos bien vale la pena.
Cuando los cultivos maduran y está a punto
de levantarse la cosecha, la gente vuelve a reunirse en las cabeceras de sus
comunidades para llevar a cabo fiestas y ceremonias colectivas: ha llegado la
hora de celebrar el bienestar económico que representa la obtención
de los frutos de la tierra y
se da inicio a un ciclo festivo que abarca desde finales
del otoño hasta febrero o marzo, época en que se comienzan las labores agrícolas de una
nueva temporada.
Las fiestas principales de este ciclo se dedican básicamente a celebrar
a los santos patronos, a conmemorar las fechas más relevantes
de la Pascua de Navidad y a honrar a la Virgen María, una de las
devociones más veneradas en la región (bajo las advocaciones de Guadalupe
o la Virgen de Loreto).
Durante este período, una sociedad ceremonial destaca por su activa participación en las fiestas: se trata de los matachines, los danzantes que dedican sus actuaciones a la Virgen.
Durante este período, una sociedad ceremonial destaca por su activa participación en las fiestas: se trata de los matachines, los danzantes que dedican sus actuaciones a la Virgen.
Aunque las fechas de apertura y de cierre de las actuaciones de
los matachines varían considerablemente, según la
comunidad de que se trate, el ciclo ritual durante el que éstas son más
intensas alcanza su etapa culminante en el período que corre entre
el 12 de diciembre (fiesta de la Virgen de Guadalupe) y
el 6 de enero
ORGANIZACION
Los organizadores de los grupos de matachines se llaman chapeyokos o chapeyones. Son ellos
quienes convocan a los participantes y los
dirigen. Tienen poder
para amonestar a los miembros del grupo que no sigan sus indicaciones y como
símbolo de ese poder portan un látigo.
El cargo de Chapeyoko está rodeado de un aura de autoridad
y prestigio; quienes conforman este grupo son especialistas en
el ritual, y tienen la gran responsabilidad de conducir la buena ejecución de
las actuaciones de los danzantes. Los chapeyokos no
usan el traje de matachín, pero portan una máscara que, generalmente, es de madera tallada,
con barba y bigotes hechos de crin de caballo o de pelo de cabra. Cuando la
danza se ejecuta, los chapeyokos emiten unos gritos con
los que indican a los danzantes ciertos cambios en los pasos coreográficos.
Otros dirigentes de la danza son conocidos bajo el nombre de monarcos; bailan con
los matachines conduciendo las evoluciones, fungen como
maestros de los reclutas nuevos e inexpertos, y gozan también de un gran
prestigio en la
comunidad.
El número de miembros de un grupo de matachines varía mucho; en buena medida depende del
poder de convocatoria de los organizadores, del grado de tradicionalismo que
conserve la comunidad en cuestión, y de las posibilidades económicas de la
gente. Esto último se debe a que cada matachín
debe comprar su vestimenta y demás objetos concernientes a la parafernalia
ritual.
Es común que quien se compromete a actuar como matachín
lo haga durante un lapso de tres años consecutivos,
pero este tiempo de permanencia también es variable. En algunas comunidades
donde la influencia mestiza es dominante, como Cerocahui y Morelos, las mujeres
pueden formar parte de los grupos de matachines; sin
embargo, lo más común es que éstos sólo incluyan hombres.
INDUMENTARIA
La vestimenta consiste en ropa de origen mestizo: camisa,
pantalones, botas y calcetas (estas
últimas sobrepasan a las botas y se ajustan por encima de los pantalones)..
Para rematar el atuendo, se colocan también un par de capas rojas o floreadas de tela de algodón, que van desde los
hombros hasta las rodillas.
Quizás lo más característico de la indumentaria de los matachines es la corona que llevan en la cabeza y las sonajas y palmillas que portan en sus manos. La corona
se confecciona con espejos, o con ramos de flores que pueden ser de tela, papel de china o
plástico; de ella cuelga una miríada
de listones multicolores. También,
con paliacates, se cubren la parte posterior de la cabeza y parte de la cara,
dejando al descubierto sólo los ojos y la nariz.
Los matachines portan en la mano derecha una sonaja que agitan constantemente, mientras
que en la izquierda llevan una palmilla (especie de abanico que también puede
adquirir la forma de un tridente), a la que se le cuelgan listones
de colores y flores de tela o plástico. A este objeto se le llama sikawa, que en la lengua
tarahumara significa “flor”,
término que denota el poder del bien. Los mitos explican que los matachines fueron creados para ser los soldados
de la Virgen, y extender buenas influencias a través
de sus danzas y del poder benigno, conferido esto último por el simbolismo de
la flor.
MÚSICA. Los instrumentos para ejecutar la música que acompaña a esta danza son el violín, al que los tarahumaras llaman ravel, y una guitarra o guitarrón con siete cuerdas ordenadas en una escala de tres graves arriba y cuatro agudas abajo. Tal vez este orden tenga que ver con el significado ritual que se le asigna a esos números, pues para los indígenas el tres es el número de lo masculino y el cuatro el de lo femenino.
El número de músicos ejecutantes tampoco es fijo, mas es
necesario que por lo menos haya un dúo de guitarra y violín. Este
último es el instrumento más creativo en las piezas musicales al tener la
responsabilidad de llevar las partes melódicas,
en tanto que la guitarra lleva el ritmo.
Además, el sonido de las sonajas portadas por los danzantes
constituye otra base rítmica que les ayuda a marcar mejor los pasos.
La actuación comienza cuando los integrantes del grupo se forman en
el atrio de la iglesia, dando la cara a la cruz grande. Al son
de la música los monarcos agitan sus sonajas y los
matachines empiezan sus evoluciones. Las filas se desplazan
alrededor de la cruz para saludarla, y ante ella marcan los cuatro puntos
cardinales volteando hacia cada uno. Luego entran a la iglesia para saludar
también a las imágenes sagradas como un acto de respeto y fervor religioso.
Las danzas continúan durante toda la noche,
cada nueve piezas se hace un descanso. Por la mañana se reparte tónari(caldo de res sin sal), y después del vigorizante
desayuno los matachines comienzan de nuevo sus evoluciones.
En estas festividades casi siempre se
efectúan procesiones en las que
participan las autoridades de la comunidad, las
tenanches (tres
niñas o muchachas que portan las imágenes sacras) y el público
en general.
Cada procesión es abierta por tres piezas de matachines,
quienes la encabezan junto con sus músicos. Si hay un sacerdote disponible en
la localidad se hace misa; pero lo que si no puede faltar es la pronunciación
de los nawésari, es decir, los sermones que efectúan las
autoridades para exhortar a todos a comportarse bien, a trabajar durante todo
el año y a recordar la importancia de la ceremonia que se está celebrando.
Para finalizar su actuación, los matachines se deciden ejecutando una pieza en la que
los danzantes, formados en dos
hileras enfrentadas, intercambian toques
de sus respectivas palmillas y
pies formando un entrelazado con el danzante que tienen enfrente. Este
acto se hace en el atrio y se repite en el interior del templo.
OTROS
MATACHINES DEL NOROESTE
Los yaquis y
los mayos de Sonora también tienen grupos de matachines, igualmente
dedicados al culto de la Virgen. A mediados
de julio una de las
ceremonias más importantes y hermosas de los yaquis conjunta a cientos de matachines y a las autoridades religiosas de los Ocho
Pueblos. La convocatoria tiene como finalidad ofrecer sus
actuaciones a la Virgen del Camino,
cuyo santuario se encuentra en la población conocida como Loma
de Bácum.
Por su parte los tepehuanos del norte,
vecinos de los tarahumaras,
aunque pertenecen a una rama diferente de la familia lingüística yutoacteca,
comparten con éstos la danza de los matachines,
entre otros muchos rasgos culturales. Es curioso, sin embargo, que entre otros
grupos indígenas del área cultural del noroeste de México, la tradición de los matachines se ha perdido o tal vez nunca ha existido.
En el suroeste de los Estados Unidos, un área con muchas
similitudes culturales indígenas con el noroeste de México, las etnias
agrupadas bajo el término de pueblos keresan, taos, tewas y tiwas, conservan no sólo el uso de la danza, sino
también algunas leyendas sobre su origen. Dicen que la introdujo, desde el sur, Moctezuma, un dios indio que usaba vestimenta europea y quien
predijo la llegada de los blancos, advirtiendo a los indígenas que cooperaran
con ellos, pero que no olvidaran sus propias ceremonias y costumbres.
ORÍGENES
DE LOS MATACHINES
Los dramas coreográficos y rituales que conforman las “Danzas de Conquista”,
fueron introducidos en México por los misioneros católicos, quienes los usaron como un recurso
para reforzar sus tareas evangelizadoras, al darse cuenta del gran apego que
los indígenas tenían hacia la danza, el canto y la música. Es posible que, originalmente los
misioneros pretendiesen dramatizar el triunfo de los cristianos sobre el emperador azteca Moctezuma gracias
a los oficios de la Malinche, considerada la primera conversa al cristianismo en
el antiguo México.
Desde luego, los indígenas empezaron a añadir elementos
autóctonos tanto a la danza como al acompañamiento musical. La aceptación de
éstas fue tal, que las autoridades virreinales prohibieron su ejecución en el
interior de los templos o en el atrio de las iglesias, por temor a que se
suscitaran revueltas y porque consideraban paganas algunas de esas
manifestaciones; sin embargo, este tipo de medidas represivas sólo consiguió
que las danzas se ejecutaran a una distancia más prudente del poder español,
por ejemplo, en las casas de los indios principales. Este hecho favoreció aún
más el sincretismo con la adición de nuevos elementos pertenecientes a la
cultura de los nativos. En el caso de los matachines, el significado original
enseñado por los misioneros
franciscanos
y jesuitas terminó
por desaparecer entre los indígenas del noroeste. Los elementos de la
parafernalia y la vestimenta también sufrieron transformaciones para adaptarse
a los gustos y motivos más celebrados por los indígenas. Al mismo tiempo, se
abandonó la utilización de parlamentos y se reasignaron las funciones de
ciertos personajes (como los monarcos, la Malinche y los
bufones). La danza de matachines se convirtió así en una
manifestación cultural propia de los pueblos indígenas del noroeste mexicano.