La Sinagoga Histórica Justo Sierra 71 tiene como nombre
oficial Nidje Israel, como la institución
dentro de la cual nació. Esta institución es la que agrupa, desde 1922, a
los judíos ashkenazitas, es decir, originarios de Rusia, Polonia, Alemania,
Lituania, Hungría y otros países europeos que hablaban idish a su llegada a
México.
Después de una restauración que culminó en 2009,
la Sinagoga abre sus puertas para compartir con el público su belleza, su
historia y otras manifestaciones de la cultura judía en México.
.
En la calle de Justo Sierra, la
propiedad que abarca los números 71 y 73 tiene una fachada neocolonial típica,
excepto porque las puertas de madera tienen labrada una estrella de David, uno
de los símbolos principales del judaísmo.
Ya en el
edificio, se cruza un pasillo y un patio, y aparece otro edificio completamente
diferente, blanco y con ventanas enmarcadas por arcos románicos.
Se trata
de la sinagoga Nidjei Israel, la primera edificación realizada exprofeso por y
para la comunidad ashkenakí (o ashkenazita) de México. Data de 1941 y luego de haber estado
cerrada desde hace más de tres décadas, a partir del 15 de agosto albergará actividades
culturales y de difusión sobre la historia de la comunidad judeo-mexicana, que
dio sus primeros pasos en el Centro Histórico.

Espaciosa y llena de luz, decorada con
elementos cuya belleza resulta poco familiar, la sinagoga sorprende desde su planta
baja. Allí, en el vestíbulo, el arranque de unas escaleras provoca curiosidad,
y un salón de usos múltiples se extiende hacia el fondo.
El primer
piso es más asombroso. Es un recinto vasto y elevado, con espacios para bancas
a los costados y una galería en forma de herradura. En el techo, una pintura
mural representa símbolos judíos a la manera de las “sinagogas rusas de madera
del siglo XVIII”, de acuerdo con el libro Sinagogas de
México (Fundación Activa, 2002), de Mónica Unikel-Fasja.
“Impresiona
la monumentalidad de la bimá (especie
de púlpito), sin duda la más elaborada de las existentes en México, colocada al
centro a la usanza ashkenazí.

Es de madera ricamente trabajada con vidrios
tallados que describen instrumentos musicales: tamboril, arpa, cítara y laúd,
así como símbolos recurrentes del judaísmo: el talit (chal
de uso religioso), la hoja de palma, la cidra y la estrella de David entre
rezos sagrados”, añade el texto.
Uno de
los elementos más llamativos, el arón hakodesh, área equivalente al ábside de los templos
católicos, fue hecho a semejanza de una sinagoga en Chavel, Lituania, con base
en una fotografía. Allí se guardaba el libro sagrado, llamado Tora, que
usualmente se lee desde la bimá durante
las ceremonias religiosas judías.
Desde el siglo XVI ha habido judíos en
México, se trataba de conversos o criptojudíos en busca de libertad. Sin
embargo en la Nueva España sufrieron la persecución de la Inquisición, lo que
los obligó a practicar el judaísmo en secreto.
En el
Porfiriato, tras una invitación extendida por el régimen a los europeos, llegó
una cierta cantidad de judíos europeos. Pero los contingentes que formaron la
base de las comunidades actuales llegaron en la primera mitad del siglo XX,
huyendo de las guerras y el antisemitismo, e invitados también oficialmente.
Primero
llegaron judíos del Imperio Otomano, de Siria principalmente, y más adelante,
en los años veinte, arribaron una gran cantidad de judíos ashkenazí es
decir, provenientes de Europa oriental —Alemania, Polonia, Rusia, Ucrania,
Lituania y Hungría.

Otros
judíos llegaron de países como Turquía y Grecia (vertiente sefardí, de
ascendencia española).
El barrio
judío del Centro se formó alrededor de la calle de Jesús María. “Había tiendas
de abarrotes judíos, carnicerías, panaderías tradicionales, (lo que) hacía
menos dramática la distancia, porque era su comida, sus tradiciones, el
recuerdo de su casa, y todo esto se pudo recrear en el barrio cercano al
mercado de La Merced, en calles como Jesús María, Academia, Moneda, Soledad,
Justo Sierra, Loreto, Corregidora”, cuenta Unikel-Fasja.
La
necesidad de lugares para rezar aumentó conforme creció la comunidad.
“En un
inicio, se habilitaron cuartos de vecindades donde vivían los inmigrantes para
llevar a cabo los rezos. Esto era sencillo pues para llevar a cabo los
servicios judíos lo más importante es contar con un mínimo de 10 judíos adultos
y libros de rezos, así que cualquier cuarto podía servir; hubo lugares de estos
en el Jardín de la Santísima numero 11 o el Palacio de Mármol de Tacuba 15. Más
tarde fue necesario construir sitios exprofeso y fue así como surgieron las
primeras sinagogas”.

La
primera sinagoga de México, llamada Monte Sinaí, se levantó en 1923 también en
Justo Sierra —a unos pasos de la Nidjei Israel— y albergó a toda la comunidad.
Agrupaba a todos los judíos de México, pero pronto hubo necesidad de crear
diversas agrupaciones dependiendo el lugar de origen.
“Empezó a
haber divisiones, porque la manera de rezar en los países árabes y en Europa es
diferente, y había diferencias culturales, y en el idioma”, relata Unikel-Fasja.
En 1931,
los judíos sirios crearon la segunda sinagoga, en la colonia Roma.
La
sinagoga Nidjei Israel —tercera en la Ciudad, y la primera fundada por los ashkenazí —
abrió sus puertas en 1941.
La
sinagoga funcionó como centro ceremonial, de estudio, de celebraciones y de
trabajo comunitario hasta mediados de los años sesenta, informa Unikel-Fasja,
quien lleva 15 años conduciendo paseos temáticos por los enclaves judíos del
Centro.
Asimismo,
fue escenario del drama de los ashkenazí —los
más golpeados por Hitler—, quienes perdieron a “la gran mayoría de sus
parientes en las cámaras de gas”.
“Inaugurada
en plena Segunda Guerra Mundial, muchos ashkenazí rezaron (allí) con la esperanza de paz y de volver a ver a
sus familiares que se encontraban en Europa. En este lugar se celebró con
júbilo el inicio del Estado de Israel en 1948 y se creó la organización juvenil
Bnei Akiva, de tendencia sionista religiosa”, recuerda Unikel-Fasja en su libro.

Entre la
segunda mitad de los años sesenta y los ochenta, la migración judía hacia las
colonias Roma, Condesa, Polanco y otras, contribuyó al paulatino abandono de
las sinagogas del Centro, dado que los judíos devotos necesitan que su sinagoga
les quede a pie.
En 1912 se creó la
Sociedad de Beneficencia Alianza Monte Sinaí, que agrupó en un templo a todos
los judíos que vivían en México, porque su objetivo primordial era contar con
un panteón propio, que lograron establecer en 1914.
Cuatro años más tarde, la Alianza
obtuvo el reconocimiento oficial del gobierno mexicano y ese mismo año
compraron una casa ubicada en la calle Justo Sierra, para construir la primera
sinagoga de México, llamada Monte Sinaí. La segunda sinagoga de los judíos de
Alepo Siria, fue construida en la Colonia Roma en 1931, mientras que la tercera
es precisamente la Sinagoga Nidje Israel, imitación de la de Shavel, Lituania,
actualmente conocida como Sinagoga Histórica Justo Sierra, y que se inauguró en
1941.
http://www.elciudadano.org.mx/component/k2/sinagoga-historica-justo-sierra-recinto-que-une-a-dos-naciones