El pueblo de Calimaya está situado justo debajo del Nevado
de Toluca, la cuarta montaña más alta del Estado de México y que colinda con
los valles de Toluca y Tenango. Calimaya se localiza en el Estado de México,
colinda en la parte norte con Toluca, Metepec, Mexicaltzingo y Chapultepec, en
la zona oriente con los municipios de Tianguistenco y San Antonio la Isla, al
occidente también colinda con Toluca, al sur con los municipios de Tenango del
Valle y Santa María Rayón.
Calimaya
tiene una extensión territorial de 520.5 kilómetros cuadrados. Se encuentra a
una altura máxima de 4,578 y mínima de 2,600 metros sobre el nivel del mar. En
el 2010 en el municipio de Calimaya tiene una población total de 47,033
habitantes.
Historia de Calimaya:
El
arqueólogo Piña Chan afirma que Teotenango fue fundada alrededor del año 800 de
nuestra era; de este dato podemos deducir que Calimaya y Tepemaxalco, en tanto
pueblos habitados por indios matlatzincas, nacieron en esa fecha,
aproximadamente. Lo cierto es que cuando los aztecas conquistaron a los
matlatzincas del Valle de Toluca, en 1472, los pueblos calimayenses tenían
mucho tiempo de existir. Aseguramos esto porque las fuentes históricas las
citan entre las poblaciones matlatzincas que fueron sojuzgadas por Axayácatl y
además porque aparecen en el Códice Mendocino entre los pueblos matlatzincas
que pagaron el tributo a los aztecas a partir de 1472.
Calimaya y
Tepemaxalco, como parte de un mismo territorio, tuvieron una población indígena
mayoritariamente matlatzinca y coexistía con mexicanos, otomíes y mazahuas.
Esta convivencia de grupos indígenas dentro del territorio municipal, fue
importante y se reflejó en las manifestaciones culturales como en la vida
cotidiana en la diversidad lingüística, los sistemas de almacenamiento de
granos y los sistemas de cultivo.
Gonzalo de
Sandoval fue quien en 1521 logró pacificar y conquistar la región. En su lugar
se impuso la autoridad española. En 1528 ordenó el rey de España que los indios
de Calimaya y Tepemaxalco pagaran un tributo a Hernán Cortés en trabajo y en
productos cultivados, es decir, bajo encomienda.
Al poco
tiempo, Hernán Cortés obsequió su derecho de ser encomendero de Calimaya y
Tepemaxalco a don Juan Gutiérrez Altamirano, su primo hermano y compañero en la
conquista de la Nueva España, a quien se le pagó tributo hasta 1530, fecha en
la que cometió un delito ante los juzgados españoles. Por esta causa, Calimaya,
Tepemaxalco y sus pueblos sujetos fueron encomendados a Cristóbal Cisneros y a
Alonso de Ávila, pero el 14 de julio de 1531 Hernán Cortés recuperó su antiguo
derecho y el 30 de mayo de 1536, la encomienda volvió a Juan Gutiérrez
Altamirano, cuyos descendientes serían los famosos condes de Santiago Calimaya.
El encomendero estaba obligado a ver por la institución religiosa, pagaba una
parte del tributo que se le entregaba a los frailes franciscanos, quienes desde
1524 vivían entre los calimayenses y tepemaxalquenses.
En un
principio lo más probable es que hubiese tres señores caciques porque en el
periodo prehispánico había tres comunidades con tlatoani: Calimaya, Tepemaxalco
y Mexicaltzingo. En 1549 se introdujo el sistema político de cabildos en los
pueblos de indios. En Calimaya y Tepemaxalco el funcionamiento formal de los
cabildos data de 1560, fecha en la que se congregaron los pueblos y en la que
se empezó a llamar "República de Indios" a ese sistema político
territorial de cabeceras, barrios y pueblos sujetos. En 1560 al llevarse a cabo
la congregación de Calimaya y Tepemaxalco, el virrey de la Nueva España ordenó
que se organizaran las dos repúblicas de indios con cabildo y territorio cada
una, pero conviviendo en el mismo pueblo. Como el territorio de Calimaya y
Tepemaxalco era muy grande, los mejores terrenos de los pueblos quedaron
vacíos. Por eso el virrey ordenó, también en 1560, que para salvaguardar las
tierras de Calimaya y Tepemaxalco se fundaran cinco pueblos: Mexicaltzingo,
Chapultepec, San Antonio la Isla, Santa María Nativitas y San Andrés Ocotlán.
Cada uno de ellos tendría autoridades locales, subordinadas a las cabeceras, y
estaría formado por 50 casas de indios comunes o macehuales. Por su importancia
en la región a Calimaya se le asignó día para el tianguis semanal, que desde
1560 empezó a funcionar los jueves, oficialmente.
Los santos
patronos y sus iglesias se aceptaron porque se brindó la oportunidad de
continuar organizados en la vida social y religiosa como se hacía en la época
prehispánica, es decir, alrededor de las deidades particulares de cada barrio.
Dentro de lo que perduró están el barrio, que seguiría siendo la célula básica
de organización y la religión, el eje del universo calimayense.
El periodo
que transcurrió entre los años de 1640 a 1740, en principio fue un tiempo de
expansión de los ranchos y haciendas de españoles y caciques. Se tiene noticia
en el archivo parroquial de que al comenzar el siglo XVIII, había, sin contar
las propiedades del condado de Santiago Calimaya, los siguientes ranchos y haciendas:
en la parte norte del territorio, la hacienda de Zacango, perteneciente a la
familia Martínez; al oriente, el rancho de la familia Rojas; el de don
Bartolomé, en Chapultepec; al sur, los de las familias Gómez y López. Estas
cinco propiedades se habían heredado a 13 descendientes de los anteriores
dueños y aunque con la herencia se habían fraccionado las extensiones
territoriales, los nuevos propietarios hicieron hasta lo imposible por
acrecentar, a costa de las tierras comunales de los calimayenses, sus ranchos y
haciendas. El nieto de Juan Gutiérrez Altamirano contrajo matrimonio con una
nieta del virrey Luis de Velasco y en 1616, logró que las autoridades españolas
lo convirtieran en noble. A partir de ese momento, el encomendero se convirtió
en conde de Santiago Calimaya y por si fueran pocas las gracias obtenidas,
también logró que la encomienda de Calimaya, Tepemaxalco y sus pueblos sujetos
se convirtiera en perpetua.
Cada barrio,
pueblo y estancia tenían un santo que lo representaba ante el mundo externo, lo
cohesionaba internamente y de manera particular a sus pobladores. Alrededor del
santo patrón, las familias organizaban una gran cantidad de actividades:
limpieza y atención de la imagen religiosa, festejos, procesiones, visitas a
otras iglesias cercanas y santuarios.
Las fiestas
del santo tenían un gran valor cultural, de allí el esmero porque fueran cada
vez más lucidas. Incluían danzas, vestimentas, música, representaciones en
lengua indígena, platillos típicos en las comidas y todo aquello que no era de
uso diario, pero que representaba la íntima forma de ser.
Al iniciarse
el siglo XIX, los condes de Calimaya se encontraban saliendo adelante de los
estragos económicos que el litigio contra los marqueses del Valle y del Real
Fisco les ocasionó durante el siglo XVIII. Habían podido recuperar sus
propiedades confiscadas.
Entre los
años de 1810 a 1821 el poblado de Calimaya se vió alterado por los efectos de
la guerra de Independencia. Cosechas arruinadas, alzas de precios
impresionantes en los productos agrícolas, la epidemia de 1813 (que alcanzó una
mortalidad local mayor incluso a la del año de 1786, fecha que en la historia de
México es conocida como "el año del hambre"), serias dificultades
para conseguir trabajo en las haciendas, cuyos procesos productivos se veían
interrumpidos por la situación de guerra; llegada constante de soldados y
rebeldes que además de exigir ayuda y alimento cometían todo tipo de
atropellos.
Un hecho interesante que debe registrar la historia local es que el
entonces conde de Calimaya, José Cervantes, fue de los firmantes del Acta de la
Independencia de nuestro país, aun cuando durante la guerra obtuvo los grados
de "Patriota Distinguido de Fernando VII" y de "Coronel de
Regimiento de Infantería Provisional de México". Posteriormente se unió a
los ideales independentistas de Agustín de Iturbide, debido a que sus intereses
también se veían afectados por las dificultades políticas de España.
Creación
del municipio: Desde el siglo XVI el pueblo contaba ya con un cabildo que
gobernaba su república indígena y su población era numéricamente suficiente
para alcanzar los requisitos que la ley del nuevo Estado de México imponía para
que se erigiera en municipio. Por ello, no fue necesario esperar una concesión
estatal en este sentido. Calimaya, al nacer el Estado de México, pasó de facto
a la categoría de municipio. La "República Indígena" se convirtió en
un viejo recuerdo. El germen de la comunidad mestiza que hoy es Calimaya había
empezado a dar fruto en aquellos años y este es el hecho más relevante en la
historia de Calimaya entre 1821 y 1856.
También fue durante aquellos años cuando se empezó a incrementar
la producción de pulque, tan común era entonces ver a los arrieros caminando
por las calles, como lo era ver a su lado a los raspadores de pulque que más
tarde serían los causantes de que los calimayenses fueran conocidos
regionalmente como "Los mechaleros". Pero el pulque no era la única
bebida que se vendía en la localidad, el aguardiente, que recuas pertenecientes
a calimayenses traían desde las zonas cañeras de Morelos, era muy consumido.
Es
indudable que aquella fue una buena época para Calimaya, en el orden económico;
los efectos de la bonanza no se hicieron esperar. La mayor parte de las bellas
construcciones que todavía se miran en la calle principal de la cabecera datan
de aquellos años. El cambio de la fisonomía de Calimaya y las magníficas
relaciones de las élites locales con las autoridades de Toluca, llevaron a que
la cabecera del municipio le fuera otorgada la categoría de Villa el 28 de
septiembre de 1894; desde entonces adquirió el apellido "Díaz
González", en honor de don Prisciliano María. Ese día, el pueblo fue
visitado por ilustres personajes entre ellos destaca el señor Eduardo Villada, gobernador
interino y el hijo del poeta Juan de Dios Peza, quien leyó un discurso, en
nombre de su padre a la hora del banquete que se sirvió en la antigua casa
cural.
En 1897
se inauguró el ferrocarril de Toluca a Tenango, que para 1899, recorría 24
kilómetros, pasando por Toluca, Metepec, Mexicaltzingo, Calimaya y Tenango. Posteriormente
se realizó una prolongación hasta Atlatlahuca. La construcción se concedió a la
compañía Henkel con el derecho de teléfono y telégrafo. Ello significó que
Calimaya estuviera entre los primeros municipios del Estado que contaron con
teléfono, telégrafo y luz eléctrica.
El paso del ferrocarril significó grandes
cambios para la vida del municipio, pero también trajo los problemas que el
ferrocarril a Tenango llevó al comercio calimayense, que hicieron que las
desigualdades sociales del pueblo empezaran a expresarse en un tono notorio de
violencia; sin embargo, al iniciar 1910, nadie parecía sospechar en Calimaya
que en el mes de noviembre el país empezaría la guerra civil. Según relata en
su diario don Manuel de la Serna, "la primera parte de aquel año estuvo
repleta de acontecimientos significativos para nuestra pequeña comunidad. En el
orden económico se vivían aún los efectos de la feroz nevada que en 1909 había
arruinado las cosechas; aunque, en marzo de 1910, todos estaban atentos al
festín que el ayuntamiento daba a los jefes políticos de Tenango del Valle y de
Toluca por la ayuda que habían dado para dotar de agua a varios poblados de la
comunidad".
En síntesis, aunque el
calimayense no tuvo una participación importante en el movimiento
revolucionario, Calimaya al igual que los poblados mexicanos, tuvo años de
verdadera angustia, propiciados por la guerra civil que sacudió al país. El
problema más terrible que vivió Calimaya al despuntar la década siguiente, fue
que su efímero desarrollo comercial se truncó por los adelantos de la
tecnología, especialmente la generación del uso del automóvil y la construcción
de nuevas carreteras. Cuando el tren a Tenango desapareció y se abrió la
carretera a Ixtapan de la Sal, los camiones y automóviles empezaron a surtir lo
que demandaban los mercados de Toluca de las tierras del sur. Los arrieros
dejaron de existir y la distancia que había de la nueva carretera a la cabecera
municipal ocasionó que nadie más visitara Calimaya, ni siquiera para tomar un
refresco o deleitarse con el paisaje.
Patrimonio histórico: En
materia de patrimonio histórico mueble, la gran pinacoteca municipal que se
encuentra en la parroquia y las de todos los pueblos y barrios de visitas,
tienen un acervo con obras y autores importantes como Cabrera y obras pictóricas
de corte popular.
También hay escultura y estocado y hasta un Cristo de caña de
hechura indígena, del siglo XVI. Y la maravillosa carroza que el pueblo
atribuye haber pertenecido a los condes Santiago-Calimaya, pero que en realidad
perteneció a una ancestral cofradía.
Ejemplos
representativos del barroco popular dentro del municipio de Calimaya son la
portada de la Iglesia de Santa María Nativitas que es un bello ejemplar del
barroco en argamasa, la capilla de San Andrés Ocotlán, cuya portada ostenta
elementos decorativos como las columnas salomónicas; posiblemente su
reconstrucción se realizó a principios del siglo XVIII; la capilla de San Juan
Bautista y la de Nuestra Señora de los Ángeles; la iglesia de Nuestra Señora de
la Concepción Coatipac, que tiene uno de los retablos populares más valiosos de
la entidad; su portada es sencilla. La capilla de San Bartolito, en el pueblo
del mismo nombre, cuya portada es rica en ornamentación.
Mariachis: la
música de mariachi es una joven tradición que despertó en Calimaya desde la
década del setenta. Las contrataciones desde sus inicios se incrementaron y la
fama creció. El primer mariachi fundado en Calimaya fue el "Mariachi San
Juan", cambiaron de nombre "Mariachi de los Angeles".
Hoy, los
mariachis se han multiplicado y son alrededor de 18 los que hay en la cabecera,
más tres o cuatro en las delegaciones. Muy a pesar de este número, quien desee
contratar un mariachi debe hacerlo con un mes de anticipación. El costo
promedio por hora varía según el lugar y la
distancia de presentación.
Y este precio lo vale porque la calidad en sus
interpretaciones ha mejorado, si antes aprendían líricamente hoy van al
Conservatorio o Bellas Artes.
ZOOLÓGICO DE ZACANGO
Fue inaugurado el 11 de diciembre de 1980 y declarado como Área Natural
Protegida el 29 de agosto de 1981 gracias a los esfuerzos del Gobierno del
Estado de México.
Este zoológico cuenta con 159 hectáreas y se encuentra
construido sobre la Antigua Hacienda Franciscana del siglo XVI, que luego
perteneció a los Condes de Santiago y Calimaya, es considerado uno de los más
amplios y hermosos de Latinoamérica.