LA TARAHUMARA PIDE LA BENDICIÓN A LA MORENITA DEL TEPEYAC
Desde las
lejanas tierras norteñas de Chihuahua la Diócesis de Tarahumara se llenó de
gozo al contemplar el dulce rostro de Santa María de Guadalupe, a quien
consagró su ser y amor, así como sus trabajos, alegrías, enfermedades y
dolores.
Y así le piden: "Morenita de Guadalupe,
como no decirte que estamos muy contentos en tu casa. Te hemos venido a visitar
desde las lejanas tierras norteñas. Hoy la Diócesis de Tarahumara se siente
llena de gozo, porque podemos contemplar tu dulce rostro, porque queremos
pedirte que fijes en nosotros tu mirada y te suplicamos nos llenes de tus
bendiciones maternales".
En su homilía el
Obispo indicó que la Diócesis de Tarahumara está comprometida con la Misión
Permanente, de la cual la Virgen de Guadalupe es el ejemplo a imitar por ser la
primera evangelizadora “que fue presurosa a las montañas de Judea, y también al
valle del Anáhuac” para compartir la dicha que brota de su corazón de Madre del
verdaderísimo Dios por quien se vive.
Afirmó
que un agente evangelizador de la Misión permanente debe ser como María:
disponible y pronto para servir, y entregarlo todo, en orden a que Jesús nazca
en el corazón de todos los hijos de esta tierra. Explicó que la clave para
encontrar la verdadera felicidad radica en creer y depositar totalmente la fe
en el Señor, como lo hace María.
La gran señal, la única
señal que le ofrecen los designios misericordiosos de Dios, será la Palabra que
se hace carne, Jesús que nació en Belén es el Emmanuel de los pobres, de los
oprimidos, el que nace bajo la ley para rescatarnos de todo yugo, el verdadero
libertador que nos comparte su inigualable dignidad al hacernos hijos de Dios,
su Padre.
En este marco de
salvación, encontramos el mensaje del Tepeyac: la Señora del Cielo descubre a
San Juan Diego el secreto de gozar de la paz en el corazón, de la confianza y
de la alegría. "¿Qué te aflige? –dice la Virgen- ¿No estás bajo mi
protección? ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿Qué has de menester? –le dice
a Juan Diego-. La cercanía y la delicadeza de la Madre de Dios, abren el camino
al Evangelio que predican los misioneros a todos los hijos de esta tierra.
La conversión masiva de
los naturales, más que resultado de una estrategia humana, viene a realizarse
por la manifestación prodigiosa de la Virgencita de Guadalupe. Así como al
entrar Ella en la casa de su prima Isabel, su saludo hizo saltar de gozo a la
criatura en el seno de su madre, aquí es todo un pueblo el que experimenta de
modo semejante el gozo del encuentro con Cristo.
Como una inquietud muy importante, en el
camino evangelizador de nuestra Diócesis de Tarahumara, te comunicamos
Virgencita Santa, que nos des tu bendición, porque ya contamos con un nuevo
Plan de Pastoral Diocesano, tenemos la convicción de que nuestra vida pastoral
debe ser de procesos y no meramente de sucesos, tratamos de sacudirnos la
tentación de vivir una pastoral de conservación y sacramentalista, hoy te
decimos que queremos seguir optando por una pastoral misionera, que nazca de
una auténtica conversión personal y también conversión pastoral y comunitaria,
que esté dinamizada por la nueva evangelización, para que nos lleve a vivir el
encuentro con Jesucristo vivo.
Anida en nosotros el
deseo vehemente madrecita querida de que el Evangelio logre inspirar la vida de
nuestro pueblo, para que transforme los criterios de todos y de esta manera las
relaciones interpersonales, y el entero entramado social, entren como motor los
planes del Señor.
Tenemos que mirar al
acontecimiento guadalupano que ha sido esa inculturación, esa encarnación del
Evangelio; no sólo la figura exterior, el color de la piel o las facciones del
rostro, sino la profunda transformación que ha dignificado a los habitantes de
estas tierras, que nos ha dado la identidad de hijos y nos ha constituido en
alguien merecedor de confianza.
Sin duda sabemos que la
justicia y la paz son también una tarea en la que hemos de comprometernos con
perseverancia y sabiduría, con paciencia y fortaleza, pues sólo así podremos
cumplir con el encargo que nos dejó Santa María de Guadalupe de construirle una
Casa, en cada uno de nosotros, de nuestras personas, de nuestros pueblos y
comunidades, de nuestra Diócesis de Tarahumara, de construirle una casa, de
ofrecerle un Hogar, donde Ella nos muestre su misericordia y compasión.
Madre de misericordia, la Iglesia que
peregrina en nuestra Diócesis de Tarahumara, recurre a Ti para consagrarte en
este día todo nuestro ser y todo nuestro amor. Te consagramos también nuestra
vida, nuestros trabajos, nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros
dolores. Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos. Y todo lo
que tenemos y somos, lo ponemos bajo tu cuidado, Señora y Madre nuestra de
Guadalupe.
Queremos ser totalmente
tuyos y recorrer Contigo el camino de una plena fidelidad a Jesucristo en su
Iglesia, no nos sueltes de tu mano amorosa, llénanos de tus bendiciones y
recíbenos en tu corazón de Madre, Virgen Santa de Guadalupe.
En el
ofertorio se hizo el rito de ‘wiroma’, que es un acto donde se purifican los
cuatro puntos cardinales comenzando por el oriente, con la esperanza del
amanecer; el poniente que es muerte, con la esperanza de la resurrección; el
norte que es frío, con la esperanza de la muerte de plagas que afectan a las
plantas, a los animales y a los humanos; y el sur que es la vida, con la
esperanza de que haya lluvias favorables a las cosechas.