México es
un país lleno de tradiciones en época decembrina, y una de las más arraigadas
es sin duda, Las Pastorelas.
Las
Pastorelas Navideñas son representaciones teatrales del nacimiento de
Jesucristo, las cuales tienen como argumento central las vicisitudes que deben
enfrentar María, José y un grupo de pastores para arribar a Belén y adorar al
Niño Jesús, ante las tentaciones que pone Lucifer.
La lucha
entre el bien y el mal, entre el cristianismo y los pecados, fue un arma ideal
que utilizó la Iglesia durante la Colonia. Las órdenes religiosas como los
Franciscanos aprovecharon el fuerte potencial cultural náhuatl para propagar en
forma didáctica la religión cristiana a los pueblos autóctonos en las primeras
décadas de la colonización de la Nueva España.
El origen
de Las Pastorelas se remonta al teatro europeo de la época Medieval, etapa en
la que se les conocía con el nombre de Autos
Sacramentales, las cuales tenían como fundamento diversos pasajes
bíblicos. Algunos de ellos son los de Adán y Eva en el Paraíso, la Anunciación
del Señor o el Domingo de Ramos, entre otros.
En el
caso de México el más conocido es el Auto
de los Reyes Magos, que fue escenificado en náhuatl, y marca la
línea de lo que se denomina Teatro Evangelizador Franciscano, el cual tuvo su
auge en el siglo XVI.
Según
historiadores, en México la primera escenificación data de 1527 en la ciudad de
Cuernavaca bajo el título La
Comedia de los Reyes, el cual fue representado en náhuatl. Sin
embargo, hay documentos con el mismo lenguaje indígena del siglo XVI que hablan
de otra Pastorela en Zapotlán, Jalisco, la cual tenía como anécdota una batalla
entre el arcángel San Miguel y Lucifer.
Aunque al
principio Las Pastorelas tuvieron una finalidad evangelizadora, poco a poco
salieron de las Iglesias a las plazas, convirtiéndose en una costumbre que
acogió el pueblo como parte de su cultura y costumbres.
Ya en el
siglo XIX, surgió en México la primera Pastorela que fue interpretada por
actores profesionales, la cual fue escrita en verso en español por el pensador
José Joaquín Fernández de Lizardi bajo el título La Noche más Venturosa. Esta se volvió todo
un clásico y muchas otras pastorelas se basan en su estructura.
En esta
versión clásica son representados fundamentalmente: los pastores (llámense
Juan, Paco, o Pedro, entre otros); los demonios (Lucifer); el arcángel San
Miguel, José, María, el Niño Jesús, los tres Reyes Magos y un ermitaño.
Personajes a los que se les han agregado una serie de cantos y música y danzas
tradicionales que le dan un sello particular a Las Pastorelas de cada región.
Desde
hace siglos, este género dramático se ha puesto en escena en época navideña en
los teatros mexicanos y, a pesar de que ha sufrido indudables transformaciones,
aún conservan la misma esencia: el nacimiento y la adoración del niño Dios.
Así la
costumbre de Las Pastorelas tomó con el tiempo un carácter menos sacro y más
mundano. Al popularizarse dejan de ser un género de culto y se llena de
humorismo involuntario y hasta picaresco; hoy en día existen varias versiones
donde se incorporan las costumbres y prácticas de cada región, nuevos
personajes y hasta sátiras políticas y sociales.
Cabe
señalar que un buen lugar para presenciar una Pastorela mexicana durante la
época decembrina es en Tepotzotlán, Estado de México:
Cada año,
en la Hostería del Convento de Tepotzotlán, se lleva a cabo la tradicional
Pastorela, que se vale de angelillos, diablillos, arcángeles, entre otros
personajes para entretener y sorprender a cientos de visitantes nacionales e
internacionales, que buscan festejar la Navidad a lo grande.
Tepotzotlán ofrece toda la
experiencia navideña, con actividades meramente mexicanas en las que destacan:
la procesión por el atrio iluminado, posada, piñatas, toritos, fogata, cena
tradicional con: ponche (con o sin piquete), pozole, tamales, pambazos, atole
champurrado, café de olla, buñuelos y dulces mexicanos; así como un
maravillosos espectáculo de fuegos artificiales acompañado por la música de
banda y mariachi.