Ritual y Sacrificio en el Templo Mayor de
Tenochtitlan (Mexico)
Imagen de un códice donde se observa un sacrificio humano: a la víctima se le arranca el corazón (en lo alto del templo) y se la arroja desde lo alto de las escaleras del Templo Mayor de Tenochtitlan.
Piedra del sacrificio y cráneos de victimas. Sobre esta piedra se situaba a la victima del sacrificio
Toda la actividad humana entre los mexicas estaba
impregnada por un profundo sentimiento religioso, por lo que el ritual formó
parte inherente e indisoluble de la vida del hombre que quería comunicarse con
sus dioses.
Los rituales se celebraban conforme lo dictaba el calendario Tonalámatl y variaban en forma, contenido y duración dependiendo de la divinidad invocada. El ritual guardaba la esencia primigenia de morir para nacer; de morir para satisfacer a los dioses.
Los rituales se celebraban conforme lo dictaba el calendario Tonalámatl y variaban en forma, contenido y duración dependiendo de la divinidad invocada. El ritual guardaba la esencia primigenia de morir para nacer; de morir para satisfacer a los dioses.
Mictlantehuchtli, dios de la muerte, en el Museo de Tenochtitlan (Templo Mayor: Ciudad de México)
Los cráneos de las víctimas se mostraban en el Templo Mayor de Tenochtitlan (Ciudad de México)
También pueden observarse objetos relacionados con rituales como el sacrificio humano, como por ejemplo, los cuchillos-rostro, así como las impactantes máscaras-cráneo. Así mismo, se exhibe un grupo de cráneos de decapitados, los cuales presentan las características perforaciones en el temporal por las que se cruzaba una estaca para colocarlos en el altar Tzompantli. Además, estos cráneos presentan huellas de haber sido desollados, antes de ser exhibidos en dicho altar.
Otros objetos relacionados con las ceremonias rituales,
como los braseros, en los que se quemaba el copal, figuras hechas con esta
resina, instrumentos musicales, collares y cuentas de adornos suntuarios, entre
otros.
Cuchillo-rostro para extraer el corazón de las victimas del sacrificio humano
También pueden observarse objetos relacionados con rituales como el sacrificio humano, como por ejemplo, los cuchillos-rostro, así como las impactantes máscaras-cráneo. Así mismo, se exhibe un grupo de cráneos de decapitados, los cuales presentan las características perforaciones en el temporal por las que se cruzaba una estaca para colocarlos en el altar Tzompantli. Además, estos cráneos presentan huellas de haber sido desollados, antes de ser exhibidos en dicho altar.
Sacrificio humano
Este tipo de rito se realizaba de diversas maneras y una
de ellas era el empleo de una piedra de sacrificios, un cuchillo de pedernal y
un recipiente para ofrendar los corazones, llamado Cuauhxicalli. Revestía gran
importancia ya que era la manera en que a la muerte siguiera la vida, tal como
ocurría en la naturaleza, en la que a lo largo del año había una temporada de
secas donde las plantas morían y una temporada de vida, en que la lluvia hacía
renacer los frutos de la tierra, como parte de un ciclo constante.
A través del sacrificio humano se ofrendaba lo más
preciado, la sangre y la vida misma, para que a través de la muerte surgiera la
vida.
Los rituales
funerarios
El tipo de funeral que se le realizaba a un difunto,
estaba en función de la forma en que la muerte hubiese sucedido. Si había
fallecido por causas relacionadas con el agua, se enterraría.
Por otro lado, la muerte en la guerra o por enfermedad
común, implicaba la cremación del individuo. Este tratamiento funerario
generalmente se practicaba entre la alta jerarquía y los guerreros.
Tras complicada ceremonia, que duraba varios días, y en
la que morían esclavos y un perro guía, los restos del difunto -adornados con
joyas de piedra y metales- eran quemados para posteriormente introducirlos en
una urna, junto con los cabellos del difunto y algunos de los objetos que lo
adornaban.
El teyolía o alma del individuo viajaría a la Casa del
Sol si había fallecido en la guerra, pero si la muerte había sido por
enfermedad común, viajaría al Mictlan, región a la que tardaría cuatro años en
llegar.
La ofrenda 17 contenía múltiples objetos que
probablemente fueron obtenidos como botín de guerras y tributos, así como
cráneos de decapitados en los rituales de consagración del Templo Mayor.
En términos generales esta ofrenda era la representación
del universo a escala humana. Por ejemplo, los objetos marinos, como son los
corales, correspondían al inframundo acuático y el espadarte de pez sierra era
la superficie de la tierra. Los cuchillos de sacrificio, los cráneos
decapitados y los braseros decorados con un moño al frente, nos remiten a
Huitzilopochtli.
Presidiendo la ofrenda estaban las imágenes del dios del
fuego Huehuetéotl-Xiuhtecuhtli y de Tláloc.