El Parque la Mexicana, también
conocido como “La Mexicana Santa Fe”, es
uno de los parques más "fresas" (cool, way..) y mejor ubicados en la CDMX, el parque es ‘pet-frendly’
y el acceso es libre y gratuito.
La Mexicana, la Obra del Año 2018, es un
proyecto cuyo modelo de desarrollo logró asociar a vecinos, promotores,
técnicos y expertos para configurar un plan urbano-arquitectónico. El proyecto
participó en la categoría Obras Urbanas.
El parque fue designado como la Obra del Año
2018, reconocimientos a lo mejor de la construcción mexicana, organizado por la
revista “Obras”.
En semanas previas los
suscriptores de “Obras” pudieron votar por su obra
favorita de entre un total de 31 proyectos, a través de un micrositio de
votación cerrado, al cual pudieron acceder vía contraseña, facilitada previamente
por Obras.
El parque La Mexicana, al
poniente de la Ciudad de México, se construyó sobre un terreno producto de
excavaciones pasadas para la explotación de grava y arena. Ahí se produjo un enorme
socavón, de geología inestable y de topografía irregular. Ésos fueron los retos
de la obra, los cuales fueron vencidos gracias al ingenio mexicano.
La obra estuvo bajo el diseño
de despachos GDU y VMA, de los arquitectos Mario Schjetnan y Víctor Márquez, de
manera respectiva, en coordinación con Itziar de Luisa, presidenta de la
Asocación de Colonos de Santa Fe y principal promotora del proyecto.
Cuando terminó el periodo
extractivo en el predio, la zona de 42 hectáreas pasó a manos de la Ciudad de
México. Luego de varias iniciativas para transformarla en un parque y ante la
falta de recursos, el gobierno capitalino optó por destinar 70% del predio para
parque, y el 30% restante para vialidades y desarrollos habitacionales de usos
mixtos.
Dentro de su condición de
terreno minero, el espacio final es de 28 hectáreas, tres veces la Alameda
Central. Cuenta con 210,000 metros cuadrados de áreas verdes, 2,000 árboles,
dos lagos y tres humedales con una extensión de 12,500 metros cuadrados.
El modelo de desarrollo atípico
e inédito representó otro reto independiente. Solo a través de la asociación de
vecinos, promotores, técnicos y expertos, se logró configurar un plan
urbano-arquitectónico.
El parque presenta humedales
que fomentan ecosistemas propios, zanjas de infiltración que devuelven aguas
pluviales a los mantos y sistemas de recolección de agua de lluvia que
abastecen al parque.
El proyecto tiene por prioridad
las mejores instalaciones posibles, zonas especiales para mascotas, juegos y
actividades para niños y jóvenes.
El impresionante trabajo de
iluminación a base de energía solar también hace del parque un lugar nocturno,
resguardado por las cámaras de seguridad conectadas directamente al C5. En ese
sentido, los diseñadores crearon los espacios más abiertos posibles, evitando
así puntos ciegos.
Cuenta con skatepark, ciclopista, zonas de estar y de
picnic, miradores y lugares de meditación, plazas con fuentes interactivas,
anfiteatro al aire libre y zonas arboladas y sombreadas destinadas al descanso
y el ocio. El parque incluye restaurantes, kioskos, merenderos, cafeterías,
sanitarios, estacionamientos, oficinas de administración y un supermercado
subterráneo.