..."los ciudadanos sólo pueden preguntarse: ¿Hasta dónde debe escalar la violencia para ser detenida? ¿Hasta que el narcoterror cobre sus cuotas de muerte y someta a otras grandes ciudades?... "Jalisco es ahora el punto de donde surgen más preguntas sobre el poder corruptor del narco y la incapacidad del Estado de garantizar su principal cometido: brindar seguridad a sus gobernados. Lo lamentable es cómo la población padece la negligencia, azotada por los responsables invisibles que han permitido que esto llegue al caos: crímenes contra funcionarios, autoridad sometida, narcoterror, corrupción, inseguridad y encubrimiento, son elementos que tapizan el camino hacia el Estado fallido.
Cuando se pensaba que el asunto Michoacán era el último y el desmantelamiento de cárteles había sido exitoso, el emblemático Jalisco muestra cómo la ineptitud y corrupción reforzaron la cadena de fracasos de la guerra contra el crimen, que va creando más células violentas. El crimen organizado paralizó una de las ciudades más importantes de la República. Parece que las lecciones de Michoacán no fueron suficientes al destapar la corrupción que sometió todos los aspectos de la vida de esa sufriente entidad. Ahora es Jalisco. Aun cuando se llama a confiar en las autoridades que aseguran el pronto desmantelamiento del cártel, los ciudadanos sólo pueden preguntarse: ¿Hasta dónde debe escalar la violencia para ser detenida? ¿Hasta que el narcoterror cobre sus cuotas de muerte y someta a otras grandes ciudades?
Editorial: Narcoterror
Domingo 10 de Mayo de 2015 | DLF Redacción
Era un secreto a voces. En Jalisco, un grupo criminal ocupó el lugar de los cárteles desmantelados. No eran noticia en los informativos nacionales, pero las narcomantas fueron medios para advertir a la población de su presencia. Las cosas escalaron hasta los hechos del 1 de mayo, cuando Jalisco, Colima, Michoacán y Guanajuato fueron presa de la violencia: 40 narcobloqueos, 15 muertos y diez detenidos, fue el resultado de la reacción contra el “Operativo Jalisco” ante el frustrado intento de captura del líder del cártel que se alza amedrentando al gobierno errático de la entidad y a la perpleja autoridad nacional cuando carreteras, áreas urbanas, bancos, gasolineras, comercios y vehículos militares fueron bloqueados, derribados e incendiados, representando uno de los mayores desafíos a la seguridad de la población que, entre los estados afectados, suma casi veinte millones de personas.
Días antes, el 28 de abril, el Presidente de la República visitó Jalisco para inaugurar el tramo carretero entre León y Lagos de Moreno, con una inversión de 580 millones de pesos. Sin embargo, estos logros en infraestructura cubren la miopía de las autoridades que dicen no ver lo evidente ni impidieron lo naciente. Al grupo criminal se le atribuyen dos de los hechos más graves contra las fuerzas del orden federales y estatales: el de Ocotlán, el 19 de marzo, y la emboscada de la carretera Mascota-Vallarta, el 6 de abril. A esto hay que sumar que en la administración actual de Jalisco, más de cien funcionarios han sido asesinados, el caso más conocido y lamentable fue el del diputado federal Gabriel Gómez Michel, secuestrado el 22 de septiembre pasado y cuyas pesquisas no tienen resultados definitivos en las indagatorias.
Jalisco es ahora el punto de donde surgen más preguntas sobre el poder corruptor del narco y la incapacidad del Estado de garantizar su principal cometido: brindar seguridad a sus gobernados. Lo lamentable es cómo la población padece la negligencia, azotada por los responsables invisibles que han permitido que esto llegue al caos: crímenes contra funcionarios, autoridad sometida, narcoterror, corrupción, inseguridad y encubrimiento, son elementos que tapizan el camino hacia el Estado fallido.
Cuando se pensaba que el asunto Michoacán era el último y el desmantelamiento de cárteles había sido exitoso, el emblemático Jalisco muestra cómo la ineptitud y corrupción reforzaron la cadena de fracasos de la guerra contra el crimen, que va creando más células violentas. El crimen organizado paralizó una de las ciudades más importantes de la República. Parece que las lecciones de Michoacán no fueron suficientes al destapar la corrupción que sometió todos los aspectos de la vida de esa sufriente entidad. Ahora es Jalisco. Aun cuando se llama a confiar en las autoridades que aseguran el pronto desmantelamiento del cártel, los ciudadanos sólo pueden preguntarse: ¿Hasta dónde debe escalar la violencia para ser detenida? ¿Hasta que el narcoterror cobre sus cuotas de muerte y someta a otras grandes ciudades?
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Les queria copiar la reflexión que hace de este texto el Periódico nacional: "El Universal", pero no me permite poder copiar, así que les invito a clicar aqui y leerlo ustedes mismos: