sábado, 1 de agosto de 2015

- Examen de la vida de hoy

Presentemos a un Dios identificado con los pobres

En un siglo donde la libertad y la dignidad de las hijas e hijos de Dios se ve tan pisoteada por la violencia, hambre, enfermedad, consumismo, despojo, exclusión, discriminación y aniquilamiento, ser el pueblo de Dios es rescatar personal y colectivamente, esa dignidad de la persona creada a imagen y semejanza de un Dios de vida y amor. Por qué este pueblo, sabe que la mejor manera de honrar a Dios es luchar contra en desamparo y la necesidad de los demás, contra el dolor, el hambre, la discriminación y exclusión que este sistema en el que vivimos trae cómo resultado para millones de personas (Mc 2-23; 3.5).
 Recuperamos esta dignidad y libertad en la medida que favorecemos y fomentamos actitudes, y también creamos espacios para que cada persona se reconozca como dentro de una gran familia. Por lo mismo, en el actual contexto, estamos llamadas y llamados a dar testimonio de una iglesia samaritana (Lc 10, 29-37), es decir, una iglesia que reconoce como prójimo al que esta golpeado y herido.
 Esta forma de ser iglesia samaritana simboliza que es posible la solidaridad en nuestros pueblos, organizaciones y comunidades porque hay una identificación con el que está tirado al lado del camino, por el hecho mismo de estar formadas por pobres, por excluidos, por quienes han visto pasar de largo por muchos siglos, las personas preocupadas por el culto, la ley, la ortodoxia, pero indiferentes al dolor humano, este pueblo de Dios tiene como jueces a las víctimas que arrojan las estructuras y sistemas de muerte que pueden presentarse bajo un discurso religioso o neoliberal.
Hay, por esto mismo en nuestras iglesias, toda una reflexión en torno a reconocernos como pueblo pobre, ya que solo así podremos identificarnos con las víctimas de toda forma de violencia y hacernos pueblo junto con ellas, en el grito que podamos unir para decirle al mundo que un sistema económico y político que arroja tantos muertos y una religión que excluya a tantas personas no puede ser voluntad de ese Dios que mostró Jesús.

CODIPACS (Comisión Diocesana Pastoral Acción Social)- Diócesis de Teotihuacan

Despertar la fe  

Es comprensible que algunas personas tiendan a la tristeza, debido a las graves dificultades, sin embargo, poco a poco deben abrir la mente a la alegría de la fe y ésta comience a despertarse, “como una secreta pero firme confianza, aun en medio de las peores angustias”.
“Antes de manifestarnos con un rostro amargo ante tantas situaciones negativas que nos rodean, el Documento de Aparecida (DA) nos dice que es mejor identificar todo lo positivo que hay en nuestra realidad latinoamericana”. Lo anterior forma parte del análisis hecho en el Panel “Análisis de aspectos culturales, sociales, económicos y políticos de la Exhortación”, realizado en noviembre de 2014.
Con la temática “La Alegría del Evangelio” se advierte que las actitudes positivas implican una nueva dignidad humana, vida, familia, actividad humana, destino universal de los bienes y ecología, esperanza y del amor.
En el análisis se reconoce que hay muchas realidades negativas y reprobables, pero antes de quedarnos en el aspecto negativo o bloquearnos por reclamos y lamentos, las personas deben ser capaces de descubrir todo lo valioso y positivo y agradecer a quienes realizan bien su tarea en los distintos aspectos de la vida.
El ejemplo lo coloca el Papa Francisco, quien ha significado una novedad, por la frescura de su pensamiento y la fuerza de su testimonio. Con palabras sencillas ha cautivado al mundo e impulsa a un cambio hacia la autenticidad y coherencia de la vida cristiana.
La Exhortación apostólica Evangelii gaudium del Papa Francisco advierte que cuando la vida interior se cierra en los propios intereses, no hay espacio para los demás: No entran los pobres, no se escucha la voz de Dios, menos palpita el entusiasmo por hacer el bien. “Los creyentes también corren ese riesgo. Muchos caen en él y se convierten en seres resentidos, quejosos, sin vida. Esa no es la opción de una vida digna y plena, ése no es el deseo de Dios para nosotros, ésa no es la vida del Espíritu que brota del corazón de Cristo resucitado”.
Los ciudadanos deben ser conscientes y hacer consciencia de que la actuación no se trata sólo de opinar. El Papa Francisco hizo un acercamiento al contexto actual, advirtiendo que hay un exceso de diagnóstico que no siempre está acompañado de propuestas superadoras.
“Así como debemos hablar de una conversión pastoral en la Iglesia, debemos hablar de una conversión cultural y política en nuestra sociedad. El problema actual no es sólo la explotación de unos sobre otros, es mucho más grave y se trata de la exclusión”.
En el corto plazo los desafíos se encaminan a solucionar asuntos que no son necesariamente de índole religiosa, sino política y cultural, pero requieren de fuertes convicciones éticas. Por ejemplo no a una economía de la exclusión, no a la nueva idolatría del dinero; no a un dinero que gobierna, en lugar de servir, no a la inequidad que genera violencia.
Por todo esto, la Iglesia tiene la responsabilidad de cambiar la cultura donde se encuentran los creyentes, no mediante un enfrentamiento, sino con una nueva forma de mostrar y vivir las propias convicciones; sin complejos de inferioridad, y sin pretensiones de falsos privilegios.
 Diócesis de Texcoco

* Copiado de “MENSAJERO”, el Boletin Interdiocesano de la Provincia Eclesiástica de Tlanepantla, Se distribuye en la Arquidiócesis de Tlalnepantla y en las Diócesis de Cuautitlán, Izcalli, Ecatepec, Texcoco, Teotihuacán, Nezahualcóyotl y Valle de Chalco. n° 184, 5 de julio 2015

http://www.diocesisecatepec.org.mx/images/pdf/Mensajero_184.pdf