Las relaciones comerciales entre México y China comienzan en 1571 a través de
la ruta Acapulco- Manila- China establecida por los españoles mediante la nao
china. México enviaba plata, cochinilla
para tintes, semillas, camote, tabaco, chocolate y cacao mientras China embarcaba telas y objetos de seda,
alfombras persas del Medio Oriente, algodón de India, joyeros y otros artículos
de Japón, especies de Ceilán, islas Molucas y Java además de otros productos
del Oriente.
Muchos de los llamados «kastilas» o españoles en Filipinas eran en
realidad de origen mexicano, y la cultura hispana de Filipinas está bastante
cercana a la cultura mexicana. Así que cuando México finalmente
obtuvo su independencia los dos países continuaron el comercio, a excepción de
un breve período de calma durante la guerra
hispano-estadounidense. Los galeones de Manila navegaron en el
Pacífico durante casi tres siglos, proporcionando a España sus cargamentos de
artículos de lujo, beneficios económicos e intercambio cultural.
El Galeón de
Manila, también llamado Nao de China, era el nombre con el que se
conocían las naves españolas que cruzaban el océano Pacífico
una o dos veces por año entre Manila (Filipinas) y los puertos de Nueva España (hoy México), principalmente Acapulco, La Bahía de Banderas (Nayarit),
San Blas (Nayarit) y el Cabo San Lucas (Baja California Sur). El nombre del galeón variaba según la ciudad de destino.
El servicio fue
inaugurado en 1565 por el marinero y fraile español Andrés de Urdaneta,
tras descubrir el tornaviaje o ruta de
regreso a México a través del océano Pacífico,
gracias a la corriente de
Kuro-Siwo de dirección este. El sentido contrario de navegación, de
América a Filipinas, ya era conocido desde los tiempos de Magallanes
y Elcano en 1521. El trayecto entre Acapulco hasta
las Filipinas, incluida la escala en Guam,
solía durar unos tres meses. El tornaviaje entre Manila y Acapulco podía
durar entre 4 y 5 meses debido al rodeo que hacían los galeones hacia el norte,
con el fin de seguir la citada corriente de Kuro-Siwo.
La línea
Manila-Acapulco-Manila fue una de las rutas comerciales más largas de la
historia, y funcionó durante dos siglos y medio. El último barco zarpó de
Acapulco en 1815 cuando la Guerra de Independencia de México interrumpió el
servicio. La otra gran ruta comercial española fue la de las Flotas de Indias que surcaban el océano Atlántico
entre Veracruz, Cartagena de Indias,
Portobelo,
La Habana y Sevilla o Cádiz. Parte de las mercancías orientales
del Galeón de Manila desembarcadas en Acapulco eran a su vez transportadas por
tierra hasta Veracruz, donde se embarcaban en las Flotas de Indias rumbo a
España. Por ello, los barcos que zarpaban de Veracruz iban cargados de
mercancías de Oriente procedentes de los centros comerciales de las Filipinas,
más los metales preciosos y recursos naturales
de México,Centroamérica y
el Caribe. Casi 50 años después de la muerte
de Cristóbal Colón,
los galeones de Manila finalmente cumplieron su sueño de navegar rumbo al
oeste para llegar a Asia a fin de realizar comercio con el Océano Índico.
Los
viajes eran largos y duros y mucha gente moría en ellos, víctimas del escorbuto o del hambre. Había ocasiones en las que se pagaban
enormes sumas de dinero por la carne fresca de las ratas que pululaban en las
bodegas. A esto había que sumarle el peligro de las incursiones de piratas,
aunque, teniendo en cuenta que en los más de 250 años que duró esta ruta
comercial solo fueron capturados cuatro galeones, se puede decir que el
problema de la piratería era bastante secundario. Otros problemas eran los
temporales y la calma chicha, ya que al no haber viento era imposible que los
galeones avanzaran.
Era fundamental
construir el galeón lo más grande posible, llegando a ser la clase de barcos
conocidos construidos más grande en cualquier lugar hasta ese momento. En el
siglo XVI, tenían de media de 1700
a 2000 toneladas, y eran construidos con maderas de
Filipinas y podían llevar a un millar de pasajeros. La Concepción , que
naufragó en 1638, tenía una eslora de 43 a 49 m y desplazaba unas 2000 toneladas. El Santísima
Trinidad tenía 51,5
m de largo.
La mayoría de los barcos fueron construidos
en las Filipinas y solo ocho en México. El galeón de Manila-Acapulco terminó
cuando México consiguió su independencia de España en 1821, después de que la
corona española tomara el control directo de las Filipinas. (Esto fue posible a
mediados de los años 1800 con la invención de los barcos a vapor y la apertura
del canal de Suez, que redujo el tiempo de
viaje de España a las Filipinas a 40 días.)
Los galeones llevaban
especias (pimienta, clavo y canela), porcelana, marfil, laca
y elaboradas telas (tafetanes, sedas, terciopelo, raso), recogidas tanto de las
islas de las
Especias como de la costa asiática del Pacífico, mercancías que se
vendían en los mercados europeos. También llevaban artesanía china, biombos
japoneses, abanicos, espadas japonesas, alfombras persas, jarrones de la
dinastía Ming y un sinfín de productos más. Asia oriental comerciaba
principalmente con un estándar de plata,
y los bienes eran comprados principalmente con la plata mexicana.
Los
cargamentos fueron transportados por tierra a través de México hasta el puerto
de Veracruz, en el golfo de México,
donde fueron reembarcados en la flota de Indias con destino a España. Esta
ruta fue la alternativa de viaje hacia el oeste por el océano Índico, y
alrededor del cabo de Buena
Esperanza, que estaba reservada a Portugal de acuerdo con el tratado de
Tordesillas. También evitaba la escala en los puertos controlados
por los poderes de la competencia, como Portugal y los Países Bajos. Desde los primeros días de la
exploración, los españoles sabían que el continente americano era mucho más
estrecho a través del istmo de Panamá
que a través de México. Se trató de establecer un cruce regular por tierra
allí, pero la espesa selva, y la malaria lo hicieron imposible.
Tomaba cuatro meses
cruzar el océano Pacífico entre Manila y Acapulco y los galeones eran el
principal vínculo entre las Filipinas y la capital del virreinato en la Ciudad de México y desde allí con la misma
España.
Los naufragios de los
galeones de Manila son leyendas seguidas solamente por los naufragios de los
galeones en el Caribe. En 1568, el propio barco de Miguel López de Legazpi, el San Pablo (300 toneladas), fue el
primer galeón de Manila en ser destruido en el camino a México.
China es el segundo
socio comercial de México, después de Estados Unidos, y México es el segundo
socio de China en América Latina, detrás de Brasil.
Como todos sabemos, la Carrera de Indias, era un viaje muy largo. A lo
largo de este viaje, los peligros que acechaban al barco eran numerosos,
piratas, corsarios, mal temporal, marejadas….La rutina se adueñaba del barco,
cada hombre tenía su labor que solamente era interrumpida por la llamada a las
comidas y la oración de la tarde. No obstante, una vez superadas las Canarias,
la calma se asentaba en el barco, y sin salirse de su labro rutinario, la
tripulación disponía de mucho tiempo libre. Este tiempo libre, como bien decía
Fray Antonio de Guevara, se resume en tres entretenimientos principales: “el
jugar, el parlar y el leer”. El juego, era el entretenimiento por excelencia de
la Edad Moderna ,
pese a estar prohibido en muchas ocasiones, todos jugaban y todos eran
conocedores de las ordenanzas que lo prohibían. Los juegos más usuales eran las
cartas, dados o naipes. Además de estos también se practicaban las peleas de
gallos.
Otro
gran entretenimiento era la lectura. Normalmente se realizaban en voz alta,
pues la mayoría no sabían leer y tampoco escribir. Las lecturas podían ser muy
variadas, pero predominaban las religiosas, influidos por
la presencia religiosa a bordo, en este caso por el capellán.
También la música evadía el sufrimiento y las penas de los
tripulantes, algunos cantaban y tocaban la chirimía, la flauta o la guitarra y
otros los escuchaban melancólicos. Sin
olvidarnos de el alcohol, otro aliciente para matar el tiempo.
Diversiones
menos honestas como robar la comida al despensero, robar a los pasajeros,
cortejar a las pasajeras o someter en ocasiones a los pajes y grumetes, también
entra dentro de las distracciones que se practicaban a bordo.
Finalmente, otra actividad más honesta y productiva que
realizaba la tripulación en su tiempo libre era la pesca y darse un baño cuando
la mar lo permitía. Les ayudaba a alejarse de las duras condiciones a las que
se veían sometidos y se pegaban un buen festín de pescado fresco, que les
servía para reponer fuerzas.