jueves, 7 de marzo de 2019

- Los tres niños santos de Tlaxcala

Los Niños Mártires de Tlaxcala (Protomártires del continente Americano) fueron los primeros laicos católicos americanos que sufrieron el martirio en defensa de la fe católica dentro del territorio mexicano. Nacieron entre 1514 y 1517, en Tlaxcala, México.
El Obispo de Tlaxcala, Mons. Julio César Salcedo Aquino, señaló que Cristóbal, Antonio y Juan deben ser un modelo “para todos los mexicanos y para el mundo”.
“Tlaxcala fue la cuna de la evangelización, donde llegaron los franciscanos. Ellos fundaron la escuela franciscana de catequesis, de evangelización. Los Niños participaban de ella y comenzaron a crecer en la fe y supieron asumir profundamente todos los procesos de conversión”, destacó. “Al recibir la semilla del Evangelio sintieron la necesidad de compartir lo que habían descubierto, y desde allí anunciaron el Evangelio. Después llegó el martirio primero de Cristóbal y luego de los otros dos”, manifestó.
Los nombres de los tres niños eran Cristóbal, Antonio y Juan quienes fueron de los primeros evangelizados por los frailes franciscanos y dominicos inmediatamente después de la conquista, aunque no se sabe con exactitud su fecha de nacimiento, se sabe que murieron Cristóbal en 1527 y Antonio y Juan en 1529.
Fray Julián Garcés, primer obispo en la Nueva España, sostiene a un indígena con los Niños Mártires de Tlaxcala detrás de él y otros elementos pintados por Desiderio H. Xochitiotzin en el Palacio de Gobierno de Tlaxcala.
En el Estado de Tlaxcala en México existen tres niños ejemplares que a partir de una fe total y muy firme nos muestran que defender su causa es tenerle amor a Dios; como lo decía San Agustín “No es el sufrimiento, sino la causa, lo que hace auténticos mártires, el mártir no defiende su vida sino su causa que en su convicción religiosa, su fidelidad a Dios y a sus hermanos y esta se defiende muriendo”. A continuación recordaremos el martirio que recibieron estos tres niños Tlaxcaltecas.
Cristóbal nacido en Atlihuetzía, Tlaxcala aproximadamente en 1515 hijo de Acxotécatl quien era el cacique principal, esto es, que después de los cuatro señores en jerarquía seguía él. Acxotécatl tenía cuatro hijos, de los cuales Cristóbal era el hijo mayor y el predilecto. Cristóbal aprendía mucho de la doctrina cristiana al escuchar a los Frailes así que pidió el bautismo el cual le fue administrado días después. Al igual que los Frailes predicaba constantemente a su padre y a sus vasallos, sin embargo su padre no lo tomaba en cuenta, así que comenzó a tirar y romper los ídolos de su padre así como el pulque con que se emborrachaba su padre y sus vasallos; al ver esto, sus criados le dijeron a Acxotécatl el cual enojado decidió quitarle la vida, así que lo tomo de los cabellos, lo tiro al suelo y le dio crueles golpes y con un palo grueso de encina le dio muchos golpes por todo el cuerpo hasta fracturarle los brazos, piernas y las manos con que se defendía la cabeza, tanto que casi de todo el cuerpo corría sangre mientras Cristóbal invocaba a dios diciendo: “Dios mio, tened misericordia de mí, y si tú quieres que yo muera, moriré; y si tú quieres que viva, libradme de mi cruel padre” Viendo que el niño seguía vivo lo mando a arrojar a una hoguera, lo apuñaló y el niño le dijo a su padre: “No pienses que estoy enojado, porque yo estoy muy alegre, y sábete que me has hecho más honra de los que vale tu señorío”.
Antonio y su criado Juan. Dos años después del martirio de Cristóbal, llegó a Tlaxcala un Fraile llamado Fray Bernardino Minaya, con otro compañero, los cuales iban encaminados a la provincia de Huaxyacac y le pidieron a Fray Martín de Valencia que les diese algún muchacho para que les ayudasen a la misión evangelizadora. A esta petición de ofrecieron inmediatamente Antonio y su criado Juan (provenientes de Tizatlan, Tlaxcala). Al llegar a Tepeyacac Fray Bernardino Minaya envió a los niños a que buscasen por todas las casas de los indios los ídolos y se los trajeran. Ellos conocían perfectamente el lugar y por ser niños, podían realizar tal empeño sin que peligrasen sus vidas. Para realizar la encomienda se alejaron un poco más de lo determinado a buscar si había más ídolos en otros pueblos.
Y es en Cuahutinchan, Puebla, cuando entrando en una casa y destrozando los ídolos, vinieron dos indios, con unos leños de encina, y sin decir palabra, descargaron su furia sobre el muchacho Juan. Al ver Antonio la crueldad con que aquellos ejecutaban a su criado, no huyó, sino que echó en el suelo unos ídolos que tenía, pero ya los dos indios tenían muerto a Juan, y luego hicieron lo mismo con él.
Es por eso que el trabajo evangelizador que desarrollaron los santos Tres Niños Mártires de Tlaxcala, a pesar de su corta edad, pero llenos de amor y de Fe por llevar la Nueva Buena encontraron la muerte al defender su causa. Así que siempre recordemos que todos (sin excepción alguna) estamos llamados para trabajar en la viña del Señor.
Oración: Oh Padre misericordioso, adoro profundamente tu bondad infinita, por la fortaleza que le diste a los Santos Niños Cristóbal, Antonio y Juan, quienes al principio de la evangelización de México, a pesar de sus pocos años, llenos de fe y amor por extender tu reino y sin miedo a los sufrimientos con su palabra y martirio nos dejaron una fe firme y sincera. Concédenos por la intercesión de los Protomártires de América una transformación profunda en la Iglesia de hoy, que nos lleve a vivir con alegría la fe de Cristo para anunciar con nuestra vida diaria la verdad del Evangelio.
Por Jesucristo nuestro señor. Amén.