jueves, 7 de marzo de 2019

- Tepic: modélica atención juvenil y vocacional


EL SEMINARIO DIOCESANO DE TEPIC, DESTINO, DON Y PROMESA.
Escribe el sacerdote de Tepic, Dr. Manuel Olimón Nolasco, Pbro.:”Encontrarme con el Seminario de Tepic fue encontrarme con su historia. Desde 1977 el Seminario Mayor se encuentra en las cercanías de Santa María del Oro, en este bello paraje situado a 1.160 ms de altura y a unos 40 kms de Tepic, 
el Seminario Diocesano ha podido gozar de tranquilidad. También la iniciación al Itinerario vocacional de los Seminaristas que se lleva a cabo en Mascota donde tristemente se ha perdido la presencia formativa femenina de las Hijas del Espíritu Santo, que se delineó durante la rectoría de Dn. Carlos Aguiar Retes y el Curso Introductorio en Ixtlán del Río, que es como una especie de "noviciado" a la fascinante introducción al misterio de Cristo.
Breve recorrido histórico:desde “El Tecolote” en Tepic, a Santa María del Oro:
El terreno sobre el que se plantó el edificio, bendecido en 1959 en la ciudad de Tepic, había pertenecido a la antigua hacienda "El Tecolote" y había sido obsequiado por sus antiguos dueños con ese destino. El empeño personal de monseñor Manuel Piña, obispo auxiliar desde 1959, y el tesón de los seminaristas que domingo a domingo oían en los templos la invitación: "la segunda colecta en todas las misas es a favor del Seminario", habían logrado que la edificación no tardara mucho en completarse.
Sin embargo, la expansión galopante de la ciudad de Tepic, que a partir de 1963 comenzó a elevar con rapidez el número de sus habitantes y como consecuencia, el hecho que los terrenos que ocuparían otros edificios para el Seminario pasaron de suburbanos a urbanos con el consiguiente despertar de la ambición, hizo que en diciembre de 1964 invadieran una parte importante de ese terreno sin que, dado el vacío jurídico que existió hasta 1992 respecto de las instituciones eclesiales, pudiera defenderse legalmente. Ignorantes de lo que pasó entonces, algunos habitantes del fraccionamiento que se hizo en esos terrenos quisieron celebrar con una Misa en diciembre de 2014 el cincuentenario del despojo. La ambición de algunos y la poca conciencia ética de otros continuó amenazando la estabilidad del espacio donde se encontraba la institución e incluso el edificio principal que en algún momento ocupó la "Preparatoria México" de la Universidad Autónoma de Guadalajara pudo haber sido enajenado por ésta abusivamente.
Fueron el tesón del Padre Josafat Herrera, que mantuvo "contra viento y marea" su presencia dentro del edificio y la perseverancia de don Carlos Aguiar Manjarrez y del Licenciado Oropeza, los elementos que lograron que no se perdiera. Monseñor Suárez pensó, poco después de su llegada a Tepic en 1971, que el Seminario se alejara de esas circunstancias y, teniendo en mente que la diócesis--sobre todo entonces--era muy rural, se visualizaron varios lugares más o menos cercanos a Tepic y suficientemente espaciosos para que en el futuro se desarrollaran todas las etapas de la formación sacerdotal. La decisión recayó en las cercanías de Santa María del Oro en parte por las facilidades para la compraventa del terreno y sobre todo por la posibilidad de que la formación sacerdotal no fuera sólo académica sino integral.
En febrero de 1977, con motivo de la celebración de las bodas de plata sacerdotales del Señor Obispo Suárez, se puso la primera piedra. Poco a poco y de una manera creativa, "de atrás para adelante" (es decir, primeramente cuarto de teología, después tercero, segundo...más tarde filosofía) se integraron completas las etapas de la formación.
Ya en 1974 nos habían enviado a Carlos Aguiar Retes y a mí a estudiar a Roma, él Sagrada Escritura y yo historia, pensando en el apoyo académico futuro. Su idea del futuro del Seminario no era tradicional.
.- En las cercanías de Santa María del Oro. En las cercanías de Santa María del Oro, el Seminario Diocesano ha podido gozar de tranquilidad. También la iniciación que se lleva a cabo en Mascota donde tristemente se ha perdido la presencia formativa femenina de las Hijas del Espíritu Santo que con tanto cuidado se delineó durante la rectoría de Dn. Carlos Aguiar Retes y el Curso Introductorio en Ixtlán del Río que es como una especie de "noviciado": la fascinante introducción al misterio de Cristo.
La seguridad jurídica que tiene la Iglesia católica y el resto de las entidades religiosas a partir de 1992 da tranquilidad en cuanto a que no habrá atentados a su integridad física y formativa de parte del gobierno o de entidades públicas o privadas. El envío de sacerdotes para realizar estudios superiores tanto en Roma como en la Universidad Pontificia de México o en algunas otras Universidades como la Católica de Washington, lo ha dotado de profesores capaces, con nivel académico igual a cualquier otra entidad diocesana en el país o fuera de él..
Los seminaristas han cambiado también en cuanto a su procedencia tanto geográfica como de estudios previos, experiencias humanas, edad, asimilación de valores e integración familiar. Reflejan las condiciones actuales de una sociedad fragmentada que se finca más en lo provisional y perecedero que en lo permanente y sólido.
Urge una reflexión paciente sobre el contexto de la formación sacerdotal, sobre la inserción de los pastores en las realidades que vive el pueblo de Dios, sobre la realidad personal y el contexto vital tanto de los seminaristas como del presbiterio diocesano. El envejecimiento de éste es un hecho real que solicita una mirada serena y al mismo tiempo valiente al futuro de nuestra Iglesia particular.
Todo ello se nos presenta al cumplir 125 años de que el Seminario Diocesano de Tepic fue fundado. Es destino, don y promesa,
El Proceso Juvenil Vocacional: Una herramienta de la Pastoral Vocacional
Hay que tener en cuenta que no habrá Pastoral Vocacional sino dentro de una Pastoral de Conjunto. “Hay que dar a la Pastoral Vocacional el puesto prioritario que tiene en la Pastoral de Conjunto, y más en concreto en la Pastoral Juvenil y Familiar” (Puebla, 885). Sería absurda una Pastoral Vocacional sin Pastoral Juvenil, sería como querer recoger el fruto sin haber sembrado. Toda Pastoral Juvenil debe tener un sentido “vocacional”: a partir de la evangelización hasta la opción apostólica. Y toda Pastoral Juvenil debe desembocar en una Pastoral “específica”: encaminar a los que han llegado hasta la opción apostólica hacia opciones específicas en la Iglesia. “El periodo juvenil es periodo privilegiado, aunque no único, para la opción vocacional. Por ello, toda Pastoral Juvenil debe ser, al mismo tiempo, Pastoral Vocacional” (Juan Pablo II).
El Proceso Juvenil Vocacional (PJV)
La Comisión Diocesana de Pastoral Vocacional hace un esfuerzo por organizar, planear y realizar el Proceso Vocacional, que es uno de los muchos medios o herramientas mediante el cual se lleva al joven al encuentro con Jesús de manera progresiva, partiendo de su ser hasta llegar a responder a lo que está llamado a ser y hacer:
Proceso: Es una experiencia gradual, que no termina con la quinta etapa. Concluye el medio, pero no el crecimiento.
  • Juvenil: Los agentes y destinatarios son cien por ciento los jóvenes.
  • Vocacional: El fin es llevar al joven al encuentro con Cristo para que responda al llamado desde su realidad.
*Esencia y razón del PJV
“Que desde una acción evangelizadora el joven logre vivir su Proceso Juvenil Vocacional a partir de su vocación humana, del encuentro existencial con Jesucristo y de la toma de conciencia eclesial en vista a su opción por el Reino de Dios aquí y ahora”. Evangelizar significa llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro y renovar a la misma humanidad.
Llevar al joven a descubrir a Jesucristo vivo y resucitado en su vida, en su familia, en su realidad, y a tomar conciencia de que forma parte de la familia de Dios, de que tiene un lugar y una misión en la Iglesia de Jesucristo.
El PJV y sus partes
Consta de cinco etapas: todas son de fin de semana. En las dos primeras se trabaja la dimensión humana y la historia personal. La tercera se realiza en la Semana Santa, y su objetivo central es el encuentro existencial con Jesucristo a través de la vivencia de la Semana Santa en una comunidad, su misma realidad, hacer un pequeño apostolado. La cuarta es cien por ciento vocacional, y se reflexiona sobre las vocaciones específicas. Por último, en la quinta se aborda el papel del joven dentro de la Iglesia y el mundo.

La mística está al alcance de todos
La persona humana es un ser llamado a la relación íntima con Dios. No pensemos que la mística sólo se refiere a hechos y manifestaciones extraordinarios, que están al alcance de unos pocos. La mística habla de la apertura del hombre a Dios en fe, en amor, en esperanza… Es decir, darme cuenta de que soy importante para Dios y que, por lo tanto, Él quiere mi transformación, que yo llegue a ser lo que Él quiere desde el principio de todo lo creado. La mística es aquello que da sentido a mi vida y mi acción, es decir, aquello que da respuesta a mi ser como persona en el mundo. La mística se experimenta, determina mi forma de vivir y de ser.
Encontrarse a sí mismo, encontrarse con Jesús
El proceso quiere ver al hombre como un ser trascendente, como un ser vocacionado (llamado); y con esto podemos afirmar que la persona es “vocación”. No podemos negar que somos seres llamados por Dios. El hombre escucha este llamado con todo su ser, cuerpo y alma, porque el hombre es un ser encarnado.
El proceso ayuda a la persona a encontrarse consigo misma, sin tapujos, sin máscaras; a descubrir el yo original que es desde Dios, a una continua “conversión”. Nadie puede ser cristiano sin “conversión”, que no es solamente volver sobre sí, sino redescubrir a Dios presente en nosotros. Quien se encuentra a sí mismo encuentra a Dios en su vida. Vivir al estilo de vida de Jesús. Jesucristo al centro de todo. Vivir como Jesús nos coloca frente a una misión: hacer presente el reino de Dios.¿La juventud no es, acaso, la edad de la “vocación”? La Iglesia hace opción por los jóvenes. Por ello, el proceso es para que los jóvenes tomen conciencia de su ser y de su llamado. Dios toca a las personas y  éstas tienen que ir descubriendo su propio misterio en Él.
Promotores en la diócesis:
Se cuenta con un número aproximado de 113 promotores vocacionales, distribuidos de la siguiente manera:
 • Zona Centro: 45 personas: 30 laicos, 10 religiosas, 1 religioso, 3 seminaristas y un sacerdote.
• Zona Sur: 21 personas: 15 laicos, 3 religiosas, 2 seminaristas y un sacerdote
• Zona Jalisco: 23 personas –16 laicos, 1 religiosa, 4 seminaristas y dos sacerdotes. • Zona Costa Alegre: 24 personas –18 laicos, 2 religiosas, 3 seminaristas y un sacerdote. • Zona Costa de Oro: Aun no cuenta con un equipo.
 En este año  iniciaron la experiencia del PJV en su primera etapa: 46 jóvenes en Mascota y 102 en Puerto Vallarta (Jalisco); 31 en Ixtlán del Río y 138 en Tepic, Nayarit. En total: 317 jóvenes.
Historia de la Pastoral Vocacional en la Diócesis de Tepic
 “Es necesario y urgente enfocar una vasta y capilar pastoral de las vocaciones que llegue a las parroquias, los centros educativos, las familias, suscitando una reflexión más atenta a los valores esenciales de la vida, los cuales se resumen claramente en la respuesta que cada uno está invitado a dar a la llamada de Dios, especialmente cuando pide la entrega total de sí y de las propias fuerzas para la causa del Reino” (NMI, 46).
La Diócesis de Tepic lleva a cabo una labor evangelizadora que incluye la colaboración de numerosas personas en distintas áreas. Por la envergadura que supone llevar la buena nueva a todos los fieles, a todas las parroquias, a todas las comunidades, a todas las zonas pastorales, incluidos aquellos que no creen en Dios, es que la diócesis ha dividido su tarea en pastorales, cuyo fin es calar lo más profundo posible en los corazones de los fieles este mensaje.
La Pastoral Vocacional es parte importante del plan de trabajo de la diócesis, junto con otras áreas. Les ofrecemos la historia de la Pastoral Vocacional, sus logros, sus retos y cómo es que se sincroniza en todo el aparato diocesano.

En el año de 1977, el Papa Pablo VI envió una carta en la que pedía a las Iglesias particulares un plan de Pastoral Vocacional (PV). Dicha misiva fue entregada por el señor Obispo Adolfo Suárez en una reunión de consejo presbiteral. Un año después se realizaron algunas acciones. Como primer paso, Dn. Carlos Aguiar Retes –actual cardenal primado de México-(Rector del Seminario de Tepic) fundó el Club Serra en Tepic, con miras a formar el Equipo Diocesano para la PV. Así inicia una búsqueda de una pastoral más organizada y acorde con los nuevos lineamientos.
Incipiente caminar
El Padre Esteban Salazar, en 1979, fue designado como el primer Coordinador Diocesano de la PV, quien dio continuidad a la consolidación del equipo, y empezó a proyectar el trabajo hacia las zonas y los decanatos. Los pasos a seguir fueron los siguientes: contar con un sacerdote en cada zona pastoral que animara la Pastoral Vocacional, se intenta trabajar en las parroquias de la diócesis, se vuelve la mirada hacia los colegios, para garantizar el acompañamiento a los jóvenes.
Algunos sacerdotes asistieron al Centro Nacional para la PV a fin de participar en cursos de formación para agentes. Al final de su periodo de coordinación, el Padre Salazar promovió un curso para sacerdotes y para el Seminario en general, apoyado por el Centro Nacional para la Pastoral Vocacional. De este curso surgió el impulso para elaborar el Plan Diocesano de Pastoral.
Viento en popa la consolidación
En 1983 el Padre Ramón Martínez asume la coordinación de la pastoral. Con él se reestructura el Equipo Diocesano con seminaristas, religiosas y laicos, además de dos miembros del Club Serra. Se organizan, entonces, las jornadas de oración por las vocaciones; se visita las parroquias, buscando un encuentro con sacerdotes, religiosas y comunidades; todo con el fin de sensibilizar sobre la vocación y la responsabilidad de la comunidad en el fomento de las vocaciones.
En febrero de 1985, tras una seria reflexión y búsqueda, en la casa del antiguo Buen Pastor y en el Seminario Mayor de Santa María del Oro se lleva a cabo el Primer Proceso Vocacional Diocesano, experiencia que abrió grandes horizontes; sin embargo, fue el único que se desarrolló en cuatro etapas y con la participación de 180 jóvenes.
El trabajo se ramifica a las zonas
Tiene lugar el Primer Proceso Vocacional en la Zona Jalisco, en el Seminario Menor, en el que se trabaja como equipo con los sacerdotes, las religiosas Hijas del Espíritu Santo, Siervas de Jesús Sacramentado, Hermanas del Sagrado Corazón y con algunos laicos. En aquella época se contó con el apoyo de los presbíteros Cornelio Valdez, Fausto Ramos y Jesús Delgado, entre otros.
Las experiencias del Preseminario y Previda Religiosa comenzaron a realizarse como parte del proceso vocacional simultáneamente en el Seminario de Santa María del Oro; lo que dio fruto y riqueza para la maduración del discernimiento y opción de los jóvenes.
En la Zona Sur el Proceso Vocacional se inició en el año de 1988, bajo la coordinación del Padre Cornelio Valdez, que fue apoyado por los jóvenes que ya habían vivido la experiencia, cuya sede fue en el Templo del Sagrado Corazón.
Germina la primera semilla a nivel diocesano
En octubre de 1995 el Padre Artemio Parra Carrillo asume la dirección. Con él se renuevan algunos aspectos del proceso vocacional y se inician los talleres de acompañamiento grupal y personal. El 5 de agosto de 2001 le sucede en el cargo el Padre Jorge Alfonso Cueto Bustos. En tanto que el 24 y 25 de agosto de 2002, tiene lugar la primera Asamblea Diocesana de PV.
En el marco del Primer Sínodo Diocesano, en 2002, surge el Primer Plan Diocesano para la Pastoral Vocacional. Las prioridades a trabajar fueron la actualización de la estructura y el material, la formación y acompañamiento de agentes de PV, y se formalizaron los encuentros diocesanos. Asimismo, se decidió que se designara un coordinador por zona, incluyendo la zona centro. Otro de los proyectos fue que el Presbiterio conociera más el trabajo que la PV venía realizando, para apoyar la promoción de las vocaciones y a los equipos de las zonas. Del mismo modo se promovió que la Zona Jalisco contara con un lugar apropiado para el proceso vocacional.
Apuesta decidida por las vocaciones
El Primer Sínodo Diocesano trajo: la promoción de la PV en toda la Diócesis de Tepic desde la familia, la parroquia y la escuela, clarificando sus objetivos; e integrar un Equipo Diocesano de PV para abrir más campos a la animación de las vocaciones.
El 8 de octubre de 2006, en la reunión diocesana en Puerto Vallarta, asume la coordinación diocesana P. Miguel Ángel Aguirre Torres. Para ese entonces se habían impulsado las reuniones diocesanas de PV, y la estructuración del Preseminario–Previda Religiosa, además de formalizar cada vez más la experiencia de Seminaristas en Familia.
En la actualidad nos encontramos en etapa de la nueva estructuración de la PV en la diócesis. En el nuevo Plan de Pastoral Vocacional hemos considerado las siguientes prioridades: la integración del Equipo Diocesano de Pastoral Vocacional (EDIPAV), la formación integral y evangelizadora (constante y progresiva), la promoción de las vocaciones a través de los medios de comunicación al alcance, concentrar la atención en los adolescentes para incentivar vocaciones, y crear vínculos con la Pastoral Parroquial.